Un rebote para un zarpazo
Tanto del gobierno cómo de las cámaras patronales a quiénes éste sirve celebran con júbilo el efecto rebote de la economía que en el segundo trimestre arrojó un 18,1% del PIB. Y este festejo no es menor para los grandes empresarios que en medio de la pandemia han visto duplicar el incluso triplicar su patrimonio, lo que constituye una expropiación abierta hacia la clase trabajadora donde el capital, por intermedio de las políticas represivas estatales, intervino en las relaciones sociales para favorecer a la clase dominante la que aprovechó la pandemia para imponer mayores niveles de explotación.
Este "crecimiento", si bien ficticio dado qué se compara con los datos recesivos del 2020, ha estado dinamizado principalmente tanto por un aumento del consumo interno, impulsado coyunturalmente por los subsidios estatales (IFE), por las inestables aperturas sanitarias así como por aumento de las exportaciones del orden de los 23,000 millones de U$, de las cuales dos terceras partes corresponden a la minería. Este impulso de las exportaciones mineras ha estado centrado principalmente en la recuperación económica China que recientemente ha enfriado sus pronósticos de recuperación, así como ha tenido una política activa de liquidación de inventarios del cobre para intervenir sobre los precios que tuvieron una suba del 55%.
La vociferada recuperación de un millón de puestos de trabajo, en su mayoría da cuenta de la reapertura del comercio minorista, servicios, obras de construcción o empresas volcadas al consumo interno, que por lo demás se trata de empleo precario y transitorio. Del mismo modo hemos visto quejarse a los empresarios de que los desocupados no están aceptando trabajo por culpa del IFE. Claramente una familia trabajadora opta por una vida de subsistencia con el IFE que someterse a ser sobreexplotado con extenuantes jornadas a cambio de un salario que apenas es una fracción de este subsidio. Es por lo mismo que ya han comenzado implementar un IFE laboral en una suerte de transición desde una medida de contención, ante la extrema miseria qué dejaba expuesta a las masas trabajadoras a la crisis y a la pandemia, hacia un subsidio directo al empresariado para que puedan seguir pagando salarios de miseria y así poder bajar la masa salarial a mediano plazo.
Ya los economistas burgueses comienzan a hablar de un "sobrecalentamiento" dado el aumento del dólar así como de la inflación. Y más allá de factores puntuales como el precio del cobre, el aumento de los costos de transporte de los bienes internacionales,o la mayor demanda bienes de consumo (mayor liquidez, 60% aumento del circulante monetario); los procesos inflacionarios internacionales, el pronto retiro de estímulos económicos estatales en EEUU, predisponen a la economía semicolonial a preparar un nuevo giro más restrictivo que vaya directamente contra las condiciones de vida del pueblo trabajador. Esto sin mencionar que el aumento del gasto público para financiar subsidios como el IFE lo harán recaer sobre nuestras espaldas.
En suma, el retiro del subsidio universal, el aumento de la precarización el empleo, la consolidación de una desocupación estructural, y el potencial rebrote de la pandemia por nuevas variantes, será el cóctel de crisis que deberemos prepararnos para enfrentar con nuestras propias fuerzas.
Peguemos donde les duele, que triunfen los mineros
Y es en este escenario de exorbitantes ganancias que los trabajadores salen a luchar votando y haciendo efectiva la huelga cómo los trabajadores mineros. La patronal de BHP minera escondida (la de mayor producción mundial de cobre) se apresuró a responder positivamente al pliego de los trabajadores quienes ya habían demostrado en el 2017 con una extensa huelga su centralidad en la economía. Casi en paralelo salía a la huelga efectiva los trabajadores de la mina Caserones de la japonesa JX, quién se empeña en derrotar esta huelga con la excusa de un bajo desempeño de resultados durante la pandemia. Al mismo tiempo tres de los cuatro sindicatos de la división Andina de Codelco ya se encuentran en huelga dado que la estatal está decidida a liquidar beneficios históricos así como establecer divisiones entre trabajadores nuevos y antiguos. Codelco ha intentado adelantar los procesos de negociación en la mina del teniente lo que ha sido rechazado por los principales sindicatos. Cómo es usual, Codelco pretende imponer las condiciones de explotación obrera como una suerte de vara al resto de la rama minera. El presidente de la Sonami (exgerente de empresas como Angloamerican, BHP y la propia Codelco) Diego Hernández afirma que existe un "límite ético" en el aumento de los salarios ya que no sería "ético", para la burguesía claro está, otorgar aumentos proporcionales a los aumentos de la ganancia empresaria. Y del mismo modo, de forma amenazante, indicó que en el caso de Andina "una huelga larga pierden la empresa y pierden los trabajadores. De alguna manera es un mensaje para los trabajadores de las otras empresas que tienen que pensar muy bien si vale la pena estirar el elástico e ir a la huelga… el próximo sindicato que esté negociando lo va a pensar un poco más".
Desde diversas organizaciones de corte populista se critica y se le resta apoyo a los trabajadores mineros dadas condiciones de privilegio en relación a otros sectores obreros y populares. Y esto es así ya que la penetración del capital imperialista en las semicolonias produce un estrato de aristocracia obrera que suele ser la base de la misma burocracia sindical. Sin embargo es un error colocar al conjunto de los trabajadores de planta en esta categoría, ya que la estratificación de la clase obrera es una de las herramientas fundamentales de la dominación capitalista para dividir nuestras filas. También es importante considerar que la mercancía fuerza de trabajo en esta rama tiene un desgaste inusitado con turnos extenuantes, el aislamiento esclavizante en los campamentos mineros, además de enfermedades mortales como la silicosis. Es por ello que una política correcta para neutralizar las tendencias conservadoras de las capas altas de la clase obrera es impulsar a la cabeza de las organizaciones obreras a dirigentes decididos a luchar por el conjunto de los intereses de la clase trabajadora. Desde ahí recuperar las organizaciones mineras para aliarse a los sectores más explotados de los trabajadores mineros cómo los subcontratados (del orden del 60% de la clase obrera minera), quienes han dado grandes gestas de lucha en su historia, planteando la lucha por el pase a planta permanente, ampliando las funciones de los sindicatos impulsando el control obrero del conjunto de la rama. Es prioritario que estás luchas triunfen al tiempo que se colocan como objetivo la superación de las divisiones entre trabajadores de planta y subcontratados, ocupados y desocupados, dando un golpe de gracia a la base del poder burgués.
Los sindicatos en huelga deben unificar sus asambleas y su pliego y ampliar sus objetivos para torcerle el brazo a los explotadores.
Una superficie agitada
Se lanzó oficialmente la carrera presidencial. No sólo no hay nada nuevo bajo el sol sino que amplios sectores quedaron huérfanos del "mal menor". Dejando de lado a los tradicionales representantes de los partidos burgueses, de la derecha y la maltrecha concertación, el resto de los candidatos en diversas expresiones de la pequeñoburguesía, no sólo no constituyen salida alguna a los grandes dramas sociales, sino que son opciones nefastas para los trabajadores y el pueblo. Así se puede ver reflejado en el candidato Boric, que con una fraseología "transformadora", se ha mostrado solicito una y otra vez que la clase dominante lo llama a cerrar filas, como fue su participación en el "acuerdo por la paz", una salida del régimen para salvar a Piñera de su caída a manos de la huelga general y emprender un desvío mediante una convención constitucional. Asegurar la paz también implicaba comprometerse a fortalecer las leyes represivas como fue el alineamiento del bloque del FA con la ley antibarricadas. Y es importante señalar que no fue ni la irrupción del 18 de Octubre, ni la masiva movilización histórica posterior la que urgió al conjunto de los partidos, sino el carácter semiinsurreccional de la huelga general del 12 de Noviembre la que paralizando el aparato productivo hizo tambalear los cimientos de la democracia burguesa semicolonial.
Ante esta ausencia del mal menor, o de una expresión aproximada a lo que fue el “estallido”, desde distintos sectores, del MIT, la coordinadora 8M, No + AFP y diversas personalidades político-culturales intentaron sin éxito conseguir posicionar a último minuto la candidatura de Cristian Cuevas, quien salto a la palestra al dirigir una importante gesta de la lucha de subcontratistas del Cobre en el año 2007; lucha que fue bajada por Cuevas, entonces militante del PC, llamando a confiar en el gobierno de Bachelet con intermediación de la iglesia dejando un tendal de despidos. Como la burguesía sí saca lecciones, el gobierno posterior de la Nueva Mayoría, del que fue parte Cuevas, liquidó con su reforma laboral la accesibilidad de crear sindicatos en las subcontratistas y le dió a la patronal la posibilidad de desligarse de las empresas subcontratistas en caso de que sus trabajadores vayan a huelga reemplazándola por otra. Quizás para estas direcciones era más importante el perfil identitario al que apostó Cuevas en su fugaz campaña que las valiosas lecciones de la lucha de clases.
Por su parte, con el fin de presentar candidaturas parlamentarias, se forma el Frente por la unidad de la Clase trabajadora (PTR, MST, FUL, el Porteño). Organizaciones que si bien critican el acuerdo por la paz y la actual CC su orientación durante el proceso post18 fue y es la de impulsar una Asamblea Constituyente. Sus orientación no se dirigen a volcar los esfuerzos militante para organizar a la clase obrera y reconstruir su dirección histórica, la Cuarta Internacional, poniendo en debate un programa de transición hacia la toma del poder, sino que pretenden replicar la experiencia del FITU argentino, como una coalición superestructural, con figuras públicas y proyectos de ley en reemplazo de un programa revolucionario.
"El que se ríe se va al cuartel"
Una última mención a la CC donde las "rondas de San Miguel", trasladadas de las ágoras universitarias al palacio Pereira (con actores incluidos) convocan a que superemos la lucha entre las clases y la reemplacemos por simbolismos culturales, se va abriendo el paso de su institucionalización burguesa. Ya se estructuró, no como una representación distorsionada o “del pueblo” sino como una copia berreta del congreso con sus cargos, viáticos, asesores y reglamentos de comisión. El MIT, con la única representante de la izquierda revolucionaria en la convención, tuvo el "privilegio" de ser la voz que aclarare a los medios que el edecán de la dictadura genocida de Pinochet (genocida Arancibia) se le permitirá ser parte de la comisión de derechos humanos, aunque no cuando testimonien las víctimas. María Rivera quien es sobreviviente directa de esa dictadura, impulsada por su programa, se adapta progresivamente a la danza de la democracia, vaya modo de "utilizar la tribuna". Claro que para el MIT, no es el carácter de institución ad hoc del Estado burgués lo importante sino que "es la única institución estatal con alguna credibilidad en el pueblo después del 18-O". Si sumamos que resolvieron cambiar "expropiar" por "recuperar" vemos que la adaptación a la opinión pública es un síntoma considerable de centrismo.
Este escenario donde los trabajadores salen a la lucha para recuperar lo perdido, y la burguesía se prepara paso a paso para profundizar su ataque contra los trabajadores y el pueblo, es prioritario dirigirse a organizar las filas obreras, recuperando sindicatos, pelear por una Central única, impulsar un congreso de delegados de toda la clase trabajadora, que impulse el control obrero de los grandes medios de producción, unificar a la vanguardia en pro de estos objetivos se vuelve vital. La lucha de clases que en su forma es nacional pero en su contenido es internacional debe preparar nuestras fuerzas con independencia de clases para combatir al capitalismo imperialista en descomposición y dirigir a la clase obrera hacia el poder, expropiando a los expropiadores.
El 21 de agosto de 2021 se cumplen 81 años de la desaparición física de León Trotsky. Las circunstancias de su muerte dan cuenta de la implacable lucha revolucionaria que libró hasta su último día. Pero Ramón Mercader, el agente del estalinismo que le propinó la herida fatal en su casa del exilio en México, lejos estaba de representarse que su acto no haría más que enaltecer al dirigente bolchevique y comprobar que Stalin estaba dirigiendo al primer Estado Obrero de la historia a la contrarrevolución. El estalinismo festejó haber logrado finalmente desembarazarse de la autoridad revolucionaria de la vieja guardia para secuestrar al Estado Obrero y ponerlo a merced de sus intereses. Pero sobre todo festejó la burguesía imperialista, el gran favor que le haría el estalinismo, al asesinar al fundador de la Cuarta Internacional -junto con varios de sus más valiosos cuadros- y así apagar, por lo menos por un tiempo, la luz de la organización internacional del proletariado en un partido cuyo fin es sepultar al capital: la Cuarta Internacional. Pero, la lucha de clases no tolera interrupciones. La situación actual muestra una vez más la justeza de las conclusiones revolucionarias que Trotsky elaboró de los acontecimientos más grandes de la historia hasta su muerte y el filo revolucionario del programa de la Cuarta.
Decadencia capitalista y pandemia
El Programa de Transición comienza sentenciando: “La situación política mundial del momento, se caracteriza, ante todo, por la crisis histórica de la dirección del proletariado. La premisa económica de la revolución proletaria ha llegado hace mucho tiempo al punto más alto que le sea dado alcanzar bajo el capitalismo. Las fuerzas productivas de la humanidad han cesado de crecer. Las nuevas invenciones y los nuevos progresos técnicos no conducen a un acrecentamiento de la riqueza material. Las crisis de coyuntura, en las condiciones de la crisis social de todo el sistema capitalista, aportan a las masas privaciones y sufrimientos siempre mayores. El crecimiento de la desocupación ahonda a su vez la crisis financiera del Estado y mina los sistemas monetarios vacilantes. Los gobiernos, tanto democráticos como fascistas, van de una quiebra a la otra.”
Y, a la luz de los acontecimientos desencadenados por la pandemia del coronavirus SarsCov-2, podemos decir que sigue siendo una caracterización justa. A dos años del inicio de la pandemia, hemos asistido a un curso acelerado de cómo funciona el capitalismo y quiénes son sus garantes y defensores. Pudimos ver en todas partes del mundo cómo los gobiernos burgueses se asentaban en sus Estados para ejercer una centralidad reaccionaria para controlar la situación abierta por el covid, tratando de salvaguardar sus sistemas de salud y los intereses de las grandes empresas industriales, farmacéuticas y de servicios en detrimento de las condiciones de vida de las grandes mayorías.
Nosotros denominamos a esa política un “ensayo general reaccionario”, que fue un intento de dominar la situación en medio de una crisis mundial que la pandemia vino a acelerar. Las cuarentenas, la idea de convivir con el virus, la represión estatal para garantizar los confinamientos, los comités de expertos y tantas cosas que impusieron mediante métodos burgueses para desorganizar aún más al proletariado e impedir que pudiera ni siquiera pensar en imponer sus métodos. Para esto la burguesía contó con la inestimable ayuda de las corrientes de conciliación de clases y en especial de la burocracia sindical a nivel mundial.
El sistema capitalista denudó su verdadero rostro al momento en que se logró aprobar de emergencia algunas vacunas contra el covid. Lejos de asegurar la inoculación de todo el mundo, la gran mayoría fueron acaparadas por los países imperialistas con el fin de reactivar sus economías lo antes posible y usar la “diplomacia de las vacunas” para tener una mayor injerencia en países semicoloniales. Así dejaron a gran parte de la población mundial sin ninguna vacuna. Los grandes laboratorios han sido los grandes triunfadores de la pandemia. Mientras tanto las variantes, como la Delta, siguen propagándose por todo el mundo.
El sistema capitalista mostró por qué está agotado como sistema, ya que no puede actuar en bloque. Si bien puede, en determinados momentos, hacer avanzar alguna rama económica sobre otra, lo hace sobre una anarquía que garantiza una mayor pauperización de las condiciones de vida de las grandes masas. En esta pandemia pudimos ver muchos fenómenos de lucha de clase en contra de las penurias a las que nos querían someter, los procesos en Palestina, las huelgas en Italia, las movilizaciones en EEUU ante el asesinato de Floyd, los procesos agudos en América latina como Chile, Ecuador, Colombia para nombrar algunos.
Estamos viviendo una etapa de descomposición del imperialismo. Los recientes acontecimientos en Afganistán son una muestra flamante. Después de 20 años de ocupación yanqui para una supuesta guerra contra el terrorismo, hoy sus tropas entregaron el poder a los talibanes.
Al mismo tiempo, asistimos a un proceso de asimilación de los ex Estados obreros al sistema capitalista. Y esto ha dado fenómenos de lucha de clases como en Bielorrusia o, más recientemente, en Cuba. Son procesos de restauración capitalista dirigidos por burocracias contrarrevolucionarias, que encuentran resistencia en las masas.
Y quizás lo más importante que hemos presenciado en esta pandemia es la descomposición de los Estados como forma de dominación. La relación de Estado – capital ha entrado en una contradicción histórica.
Completar el programa y ponerlo en marcha
Ante las circunstancias que se presentaron desde la emergencia de la pandemia y, fundamentalmente, ante la podredumbre de las bases del sistema capitalista, sostenemos que el legado de Trotsky nos confiere una base teórica y política para actuar en esta etapa histórica. Tomar esta tarea implica asimilar el método revolucionario que nos enseñó para pensar con nuestra propia cabeza los procesos de asimilación de los ex Estados obreros, la descomposición imperialista y su derrotero en las instituciones creadas para su dominación. Esto, principalmente, para avanzar en saldar la crisis de dirección revolucionaria. En este camino debemos reemplazar el centrismo que influenció a camadas de luchadores por el marxismo revolucionario, para dotar a la vanguardia obrera de un programa transicional que lleve a la construcción de partidos como sección de la reconstrucción de la IV Internacional.
Desde la TRCI impulsamos la necesidad de una Conferencia Internacional con los grupos que aun defiendan la dictadura del proletariado para avanzar en las tareas de los revolucionarios en la etapa.
Hay que derrotar este sistema capitalista, destruir el poder de la burguesía, organizar al proletariado y desarrollar las etapas de la dictadura del proletariado. Hay que expropiar a los expropiadores. Estas tareas se encuentran inscriptas en levantar bien alto las banderas de la Cuarta Internacional, el partido mundial de la revolución socialista.
COR Chile - LOI Brasil -COR Argentina
Luego de 24 días de huelga los trabajadores del sindicato Ártica retornan a sus labores.
Luchan contra una patronal que utilizó reiteradamente prácticas persecutorias contra el sindicato, negándose a establecer negociaciones colectivas o directamente despidiendo a los trabajadores sindicalizados. Luego del proceso abierto del 18 de Octubre, los trabajadores, impulsados por sus sectores juveniles, vieron la necesidad de organización y comenzaron a sumarse al sindicato, lo que los llevó al actual proceso de negociación donde plantearon un modesto pliego donde pedían beneficios de colación y movilización entre otras demandas de mejoras en las condiciones de trabajo, entre ellas las de rechazar jornadas laborales extenuantes, de más de 12 horas 7 dís a la semana. La patronal se siguió negando a dar el más mínimo beneficio lo que empujó a los trabajadores a ir a la huelga.
La huelga logró paralizar gran parte de la producción de esta empresa gráfica dedicada a la fabricación de etiquetas, en particular para las embotelladoras de vino. Si bien los trabajadores se mostraron cautos para tomar acciones más decididas desde el inicio de la huelga, a medida que la patronal colocó y luego sacó de forma insultante a los trabajadores propuestas de cierre, los llevó al "día de furia" donde llovieron huevos y palos al enardecerse los ánimos de los huelguistas.
Durante el proceso recibieron la solidaridad de organizaciones y dirigentes sindicales que también han pasado por experiencias similares como en la reciente huelga de Cosmoplas, entendiendo la necesidad de apoyar y fortalecer estas luchas obreras para torcerle el brazo a la patronal. También el sindicato intentó ligarse con las confederación gráfica como con los sindicatos de las productoras de vinos, de quienes lamentablemente no hubo respuesta solidaria.
Algunas organizaciones de la izquierda revolucionaria se acercaron con la intención de que los trabajadores vayan a llevar su lucha hacia la Convención Constitucional, intentando colocar una mediación política en una huelga económica. Esta propuesta fue adecuadamente recibida más bien con apatía de parte de los trabajadores.
Finalmente la empresa, apurados por las pérdidas de producción y los pedidos pendientes, cedió en varios puntos del pliego de los trabajadores como el bono nocturno, el IPC retroactivo, un bono de término, media jornada para los días festivos, y el descuento en 2 años de los días caídos en la huelga, entre otros puntos.
De conjunto el sindicato sale fortalecido de esta huelga logrando instalarse para las próximas batallas ante eventuales represalias o nuevos procesos de negociación. Queda pendiente dar una pelea por tender lazos y unificar las luchas del rubro gráfico para lograr imponer nuestras condiciones a la patronal.
Que las jóvenes generaciones de trabajadores nacidas al calor de las luchas de masas, busquen fortalecer a la clase trabajadora, a su organización y la dispongan a luchar contra el capitalismo.
Para poner fin al bloqueo imperialista y derrotar la política de restauración capitalista del PC, es urgente la intervención de la clase obrera de toda América.
El estallido de las protestas en San Antonio de los Baños el último domingo, que se extendieron a La Habana y otras ciudades de Cuba, ha tomado por sorpresa a los desprevenidos. Empezando por el gusanaje en Miami, que salió a reclamar la intervención militar de EEUU a Joe Biden, no solo para aprovechar la crisis sino también asustados al no ver una dirección clara de las protestas. También toma a Biden enfocado en otros problemas, sobre todo domésticos, pero también de política exterior: sus relaciones con América Latina y el Caribe (asesinato de Jovenel Moïse, presidente de Haití) muestran gran desorientación. Por el lado cubano, también el presidente Díaz Canel se mostró completamente desorientado, saliendo con una línea dura contra las protestas para tener que luego reconocer los problemas que legítimamente reclamaban los manifestantes, y llamando a un sector de estos “revolucionarios confundidos”.
La confusión de estas direcciones contrarrevolucionarias se basa en un elemento real: el desorden generado por la pandemia a nivel mundial y la falta de claridad del imperialismo para dirigir un proceso de derrota fulminante de las masas obreras, a partir del ensayo general reaccionario lanzado el año pasado, abre todo tipo de procesos políticos. En el caso de Cuba, debemos considerar las dificultades del proceso de asimilación del ex Estado obrero, que está mostrando, igual que en Bielorrusia y otros países, tendencias al caos capitalista ante la debilidad de la burocracia de ese Estado para dirigir, acentuado este elemento por la propia debilidad de la estructura económica de la isla. La descomposición imperialista dificulta la asimilación, pero no puede frenar el proceso ad eternum, sino que agrava la descomposición y las tendencias al enfrentamiento entre las fuerzas sociales en presencia. Así lo vimos en Europa del Este (Ucrania, Bielorrusia, Georgia), en el Cáucaso (Nagorno Karabaj), en China (Hong Kong), todos con sus particularidades pero que están determinados por toda una etapa histórica signada por un proceso de descomposición de un sistema social que socava las bases de los Estados-nación como forma política. Todo esto, como decíamos más arriba, acelerado por la pandemia del Covid-19.
En el caso de Cuba, es evidente cómo la pandemia golpeó las estructuras estatales de por sí carcomidas por años de putrefacción a partir de la caída de la URSS y el inicio de una transición tortuosa hacia la asimilación capitalista plena, donde la burocracia y una base social ligada al Estado intenta mantener su posición, contra el sector que pretende barrer con esas estructuras con un programa que, más que “patria y vida”, se resume en “semicolonia, sí; 51º Estado yanqui, mejor”. La falta de atención médica, de alimentos y de electricidad, además muestran su silueta espantosa a contraluz de las reformas votadas en el último congreso del PCC, que avanzaron en una devaluación salvaje con la unificación del tipo de cambio. Las condiciones de vida de las masas trabajadores se contrastan con las mercaderías valuadas en dólares expuestas en los negocios para turistas y en los privilegios de la burocracia “comunista”. Estos elementos son el motor de las protestas, de las que forman parte sectores heterogéneos, que han identificado por años las ideas del socialismo y el comunismo con un Estado que en realidad intenta imponer con represión la restauración capitalista. Pero está claro que el bloqueo del imperialismo yanqui, impuesto por décadas con el objetivo de presionar a la burocracia para que acelere las medidas restauracionistas (objetivo que ha cumplido con creces), es la principal causa de las penurias de la clase obrera cubana. Díaz Canel, Biden, el Partido Republicano y los gusanos están todos de acuerdo en llevar hasta el final la contrarrevolución en Cuba.
Es urgente la intervención del proletariado de toda América
Para colaborar en la tarea de poner en pie una dirección revolucionaria capaz de enfrentar a las direcciones imperialistas y de la burocracia del PC en Cuba, es necesaria la intervención del proletariado americano, en América Latina y el Caribe y también en EEUU. Porque además es evidente, y se ha comprobado por la experiencia histórica, que el programa de la dictadura del proletariado no puede concretarse en las estrechas fronteras de ningún país latinoamericano, sino que adquiere su forma política en la Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina y el Caribe.
Para llevar adelante esta tarea, los revolucionarios debemos pelear en el seno de los sindicatos para que la clase obrera salga a la acción con objetivos claros: ¡Abajo el bloqueo imperialista! Sobre todo en EEUU, debemos imponer la apertura de los intercambios con la isla, con nuestros métodos, la ocupación bajo control obrero de puertos, depósitos y fábricas, la toma del control de los navíos y la confiscación obrera para llevar a Cuba los hidrocarburos, los alimentos y las medicinas y vacunas que necesitan los trabajadores y el pueblo pobre. ¡No a la intervención militar imperialista! Ante el menor signo de amenaza de llevar adelante una intervención militar, impongamos la huelga en EEUU y el paro y ocupación de todas las empresas de capitales yanquis en la región. ¡Abajo la represión de la burocracia del PCC, libertad a los presos! Debemos imponer que los sindicatos latinoamericanos y de EEUU se pronuncien por la libertad de los luchadores socialistas que fueron detenidos el domingo 11/7, entre ellos Frank García Hernández, Leonardo Romero Negrín, Maykel González Vivero y Marcos Antonio Pérez Fernández.
Por una dirección revolucionaria internacional
Lejos de lo que postulan los centristas latinoamericanos, no se trata de desarrollar un programa democrático para llevar las demandas de las masas hacia una solución desde el Estado (nacional) con reformas más o menos “radicales”, se trata de regenerar las bases de la revolución cubana con la extensión de la revolución en la región y la instauración de la dictadura proletaria bajo una dirección revolucionaria. El capitalismo está en franca descomposición y no pude ofrecer nada más que represión, en enfrentamientos cada vez más abiertos con la clase obrera, para intentar modificar a su favor la relación entre capital y trabajo con la intención de darse una sobrevida. La necesidad de una dirección revolucionaria internacional, la IV Internacional reconstruida, se hace palpable y no puede ser una simple declamación para los congresos y conferencias partidarias. Tenemos por delante la gran tarea de preparar la reconstrucción de la IV llevando los debates programáticos al seno de nuestra clase, dando batalla política a la burocracia sindical y luchando por recuperar los sindicatos. Proponemos, con nuevo énfasis dados los acontecimientos en Cuba, organizar una Conferencia Latinoamericana de las corrientes que nos reivindicamos por la dictadura del proletariado, para debatir la política, las tácticas y el programa para intervenir en la situación con ese objetivo. Como paso hacia una conferencia mundial que permita a los revolucionarios encarar la tarea del momento: comenzar a saldar la crisis de dirección de nuestra clase, la única clase revolucionaria, la clase obrera.
El pasado viernes fue asesinado el joven mapuche militante de la CAM, Pablo Marchant, en momentos que se encontraba en acciones de sabotaje contra la Forestal Mininco, de CMPC.
En una confusa situación la fiscalía en un primer momento señaló que el cadáver era de Ernesto Llaitul, hijo del líder de la CAM, para después ser desmentido por el propio Llaitul. El joven habría muerto de disparos a corta distancia en el rostro y en la cabeza, efectuados por la policía. En el lugar también fue herido, encontrándose grave el trabajador Ceferino González.
La asociaciones empresariales y representantes de la derecha de la zona salieron a aplaudir el accionar de carabineros, así como a pedir mayor intensificación de la represión en la “macro zona”. En el mismo sentido se manifestó el alcalde de Carahue luego de su reunión con el encargado del gobierno.
Lo que ya es una política del Estado ahí, con militarización, aparataje de inteligencia y dotación policial, para resguardar la propiedad privada, quieren llevarlo a otro nivel.
Por su parte la Convención Constitucional se ha limitado a la impotencia de las declaraciones. No fue hace mucho que mediante un comunicado pidió por el “indulto de los presos políticos y la desmilitarización del wallmapu”. Ya en la CC se empieza a dar el juego de los bloques políticos donde los grupos empiezan a darle la impronta de institución ordenada del Estado burgués, lo que quedó graficado con las solicitudes de las mismas condiciones de funcionamiento de "sus pares" del congreso. Que militantes y organizaciones de la izquierda revolucionaria llamen a confiar, fortalecer y/o presionar a este organismo ad hoc del Estado, diluye la luchas como las de la libertad de los presos por luchar y la desmilitarización de la Araucanía.
Los sindicatos de trabajadores de las forestales deben establecer compromisos mutuos respecto a las comunidades mapuches para enfrentar a la patronales forestales. Deben pelar por la desmilitarización de la zona, exigir el retiro de las fuerzas policiales de los predios laborales, e impulsar la expulsión de las fuerzas represivas del Estado.
Debe quedar claro en la vanguardia que el enemigo es la burguesía y su Estado, y que es la clase obrera la que puede llevar a cabo esta tarea, impulsando el control obrero de la producción de las forestales, liderando la revolución agraria
Arranquemos a nuestros presos de sus cárceles
La convención no es el camino
Enfrentemos la trampa constituyente desarrollando la independencia de la clase obrera
Más de un año que está democracia para ricos mantiene a luchadores y activistas presos, con medidas de prisión preventiva, montajes, farsa judiciales, o la aplicación de la legislación reaccionaria avalada, sostenida e impulsada por todos los partidos del régimen. Desde las alas pinochetistas del oficialismo hasta la oposición pequeñoburguesa de "Apruebo Dignidad" que pese a las imposturas de mea culpa, cíclicamente condenan la violencia de los explotados y avalan por acción u omisión las leyes represivas de los explotadores.
Mientras la carrera presidencial discurre sobre el grado de dirigismo e intervención estatal en la economía semicolonial, se instala la convención constitucional que se urdió para contener y desviar los procesos de lucha surgidos el 18 de Octubre, haciendo bramar los cantos de sirena de una reforma al aparato estatal como una solución a los problemas emanados de las mismas bases capitalistas. La mantención de los presos políticos es parte de este esquema de defensa de la democracia burguesa mediante su aparato coercitivo.
La crisis económica mundial, el flagelo pandémico que arroja un tendal de muertos, la intervención abiertamente reaccionaria de los aparatos estatales sobre las relaciones sociales, que acontece en todas partes del planeta, evidencian que el capitalismo se encuentra en un proceso agudo de descomposición.
No existe posibilidad alguna en la actual etapa histórica de qué procesos jurídicos constituyentes del Estado burgués, sin importar si éstos son más o menos "democráticos", puedan significar un paso en la emancipación de los trabajadores y el pueblo.
Es preciso pelear por la organización e intervención independiente de las fuerzas de la clase trabajadora. Fortalecer su organización y sobre todo nuclear a sus elementos más honestos y decididos en una dirección revolucionaria internacional.
La política de "rodear" la convención o hacerle seguidismo mediante la política de exigencias, sólo nos desvía del gran desafío de impulsar la militancia obrera en los centros productivos para impulsar un programa revolucionario, al tiempo que sustenta su farsa.
La exigencia de la libertad presos debe dirigirse contra el conjunto del sistema carcelario y judicial, enfrentando y luchando por la disolución de las fuerzas represivas, que son parte del aparato estatal sostén de la dominación capitalista.
El activismo de los trabajadores y de la juventud puede dirigir una campaña al interior de las organizaciones obreras y en los centros de trabajo, en los hospitales en las fábricas en las minas, para se levanten las banderas por la justicia y castigo contra los represores de ayer y de hoy, y consigamos arrancar a nuestros presos de sus cárceles.
¡A sacar lecciones!
Luego de 22 días de huelga, logrando paralizar la producción, manteniendo firme el piquete en la puerta de la empresa, los trabajadores de Cosmoplas decidieron poner fin al proceso de lucha.
Consiguiendo algunos beneficios de colación, movilización y aumentos de sueldo base, lograron duplicar el bono de término de negociación que les ofrecieron al comienzo de la lucha. Si bien éste no compensa ni los días caídos ni llega al petitorio del sindicato, la empresa debió retroceder de su postura inicial, de intentar derrotar por desgaste a los trabajadores.
Cosmoplas pretendió humillar a los trabajadores tanto en la respuesta a su petitorio como en la intención de estirar los tiempos de negociación apostando a quebrar la lucha al día 15 de huelga. Sin embargo los trabajadores se mantuvieron firmes e incluso la decisión de levantar la misma pasó por una importante deliberación que tenía por fondo la posibilidad real de fortalecer el conflicto si este continuaba.
Adicionalmente la empresa había reestructurado oficinas dejando operativa la planta de Noviciado mientras Puerto Montt y Enea se mantenía paralizadas. Nucleó en esta instalación a los trabajadores no sindicalizados o allegados a la empresa, aumentando los ritmos de producción y las jornadas laborales. Sin embargo estas maniobras no pudieron anular la paralización aunque si la atenuaron.
Una de las dificultades de la negociación fue la de no mantener el petitorio inicial hasta el final flexibilizándolo unilateralmente dándole a la empresa la posibilidad ,y con la contratación de un abogado externo , de bloquear con mentiras y maniobras los requerimientos de la directiva. También aquí se podría haber contado con una comisión negociadora más amplia de delegados de asamblea que, acompañando a la directiva en la mesa, pudieran de conjunto transmitir a la empresa la firmeza de las bases y el respaldo hacia sus dirigentes.
También fue importante el hecho de que los trabajadores que resolvieron sobre la continuidad o no del conflicto eran los que verdaderamente lo estaban sosteniendo día a día, bajo el frio y la lluvia. Contrario a quienes querían darle un mayor papel mediante asambleas virtuales a los trabajadores que estaban en la casa esperando recibir los beneficios. Lo que sería una apuesta por la “masividad” y no por la paralización efectiva.
La difusión del conflicto en las calles y las estaciones de metro, así como en las redes sociales, fueron acciones importantes. Sin embargo, estaban destinadas a movilizar “la opinión pública” general. Dichos esfuerzos pudieran haberse concentrado en las puertas de las plantas y concentraciones obreras.
La lucha recibió una amplia solidaridad y en particular de otros sindicatos tanto del rubro como de otros sectores, y también llegaron a dar su apoyo varios sindicatos del parque industrial. Esto fue fundamental para mantener la moral de lucha y dar impulso al fondo de huelga. Para que esto pudiera mantenerse en el tiempo era necesario organizarlo. El nerviosismo burgués se dejó ver en la administración del Parque Industrial enviaba correos a las empresas del sector indicando que no debían prestarles apoyo (como darles pallet para hacer fuego). Lo que da claridad sobre la potencialidad de que la clase trabajadora comenzara a contagiarse y empaparse del conflicto.
Para poder continuar con la huelga era necesario poder contar con el apoyo de otros sindicatos y comenzar a realizar acciones de boicot a la sucursal que estaba trabajando. Al mismo tiempo el fortalecimiento del fondo de huelga era fundamental, para que ninguna huelga se abandone por la la angustia que genera no llegar a fin de mes.
El resultado general deja un sabor amargo, en el que no lograron sustancialmente todos los puntos del petitorio, pero por otra parte deja una gran experiencia de lucha y de organización que habrá que capitalizar.
Será fundamental mantener la organización sólida pensando las medidas de acción ante cada intento de represalia de la empresa, entendiendo que no sólo se lucha en el periodo de negociación legal, diseñada por lo demás para mantener el poder burgués y maniatar a la clase obrera, como quedó demostrado en las fiscalizaciones realizadas por la inspección del trabajo favoreciendo el reemplazo de los huelguistas por la empresa. En el mismo sentido conciliador se dirigieron las propuestas de los dirigentes de la CUT que se acercaron a la huelga, tratando de llevar la lucha a la presión y la súplica a la dirección del trabajo para que el Estado burgués oficie como mediador, es decir, como juez y parte.
Será un paso importante organizar a los trabajadores, en particular a los del área de logística de Enea, para estar mejor preparados y bregar por un contrato colectivo único, enfrentando las maniobras capitalistas.
Los trabajadores de Cosmoplas pueden jugar un rol en las luchas que se den en el sector para fortalecerlas con la experiencia y las lecciones de su lucha.
Los trabajadores del Sindicato Cosmoplas llevan más de 20 días en huelga. La patronal se ha mostrado intransigente ante el petitorio de los trabajadores. Se niega a entregar beneficios básicos así como quiere imponer un contrato colectivo de 3 años, otorgar un bono de término miserable y se niega a pagar los días caídos.
Esta lucha ha contado con la solidaridad de varios sindicatos, trabajadores y otras organizaciones políticas y sociales.
La huelga ha logrado paralizar las actividades de la empresa tanto en Santiago como en la sede de Puerto Mont. Esto ha sido fundamental para golpear a la patronal. También las patronales del parque industrial se encuentran inquietas ante la actividad de lucha desplegada por los huelguistas. Pese a las pérdidas, la gerencia apuesta al desgaste de la lucha por ello es vital más que nunca fortalecerla.
Se vuelve fundamental organizar la solidaridad obrera que se ha manifestado hasta ahora.
Para esto un paso importante en la lucha puede ser la convocatoria a un encuentro de trabajadores y organizaciones sindicales del Parque Industrial Enea, y de otros lugares de trabajo como los trabajadores y sindicatos ligados a los negocios de esta patronal, como los trabajadores de Easy, Sodimac, Construmarc, Lider, etc. En dicho encuentro se puede discutir fortalecer el fondo de huelga, y votar un plan de lucha conjunto para doblarle la mano a la patronal.
Se puede comenzar convocando a los trabajadores en la puerta de las empresas del parque industrial, difundiendo la lucha, impulsando el fondo de huelga y sumando convocatorias a un encuentro obrero.
Redoblemos nuestros esfuerzos por el triunfo de los trabajadores de COSMOPLAS
El debilitado gobierno de Piñera en su calidad de comité administrativo de los negocios de los capitalistas, trata de llevar esta tarea fundamental sobre la base de una aguda crisis social y política.
Y es así que una y otra vez se desviven por intentar festinar una pandemia superada por el avance del plan de vacunación, pretendiendo acelerar la reincorporación de mano de obra barata a las actividades productivas para satisfacer la sed de ganancias sinfín de la clase dominante parasitaria.
El Colmed de la mesocracia
El regreso de las cuarentenas generales ha sido dictado más que por la voluntad del gobierno por la situación de colapso en la cual se encuentra todo el sistema sanitario. Un colapso cuidadosamente oculto en los números presentados a diario por el gobierno pero difícilmente eludibles por la población en general y por los trabajadores de la salud en particular qué ven que un puñado de camas disponibles significa decidir a diario quién vive y quién muere entre la población trabajadora y empobrecida. Ni hablar del agotamiento físico y mental de los trabajadores de la salud sobrexigidos por la falta de personal y de las condiciones mínimas sanitarias del sistema de salud en decadencia.
Desde el colegio médico, luego de que quedara en evidencia que el fantoche del comité de expertos no era más que una reunión de Piñera y sus ministros, presentaron un nuevo plan llamando a una "nueva gobernanza", cuya base es la de provocar un "cortocircuito" (suspensión de todas las actividades no esenciales por 3 semanas), y a partir de allí volver al mismo plan del gobierno con algunas modificaciones, burbujas territoriales, cuarentenas regionales, mayor apertura de algunas actividades, etc. La orientación de este plan al igual que la del gobierno pretende que con medidas de aislamiento y represión estatal, vaya orientado a salvaguardar la actividad de la economía capitalista, pretendiendo que de esta forma se descomprima la situación hospitalaria, que se haya con niveles permanentes por encima del 95% de ocupación. Esta es la tecnocracia del ColMed qué, solicitando ser integrados de forma efectiva a las decisiones de gobierno (gobernanza), se enfoca no en la superación de la miserabilidad del sistema sanitario, sino en la noción pequeñoburguesa de que en el capitalismo se puede conseguir un sano equilibrio entre salud y economía (una insalvable contradicción de la reproducción de un sistema anárquico y en putrefacción). Así lo manifiesta entre otras cosas el que su plan se afirma en qué inmediatamente luego de este "cortocircuito" debieran retomarse las actividades presenciales en la educación básica y preescolar. Una forma de reafirmar, lavándose la cara, el apoyo activo a la frustrada vuelta presencial a los colegios, apoyo en el que quedó entrampada la burocracia sindical del colegio de profesores.
Una carrera presidencial distorsionada
Los resultados de la segunda vuelta a gobernadores, en particular la disputa en la región metropolitana, evidenciaron (al margen de la gravitación de los sectores acomodados en las mismas) que las expresiones políticas superestructurales pueden reflejar movimientos políticos de distintos sectores y estratos sociales, en particular de la pequeñoburguesía, pero de forma distorsionada. De esta forma el acto pasivo de expresión mediante el voto en las elecciones burguesas se manifiesta, al menos coyunturalmente, de forma más conservadora en cuánto a las labores ejecutivas que en sus expresiones parlamentarias, cómo fue en la constituyente. Perder de vista este carácter distorsionado y darle un valor absoluto a las tendencias que se manifiestan en la superestructura política no permite ver el movimiento real, material, de las distintas fuerzas sociales qué expresan de una u otra forma el laberíntico desarrollo de la lucha de clases.
Sobre esta base se desarrolla el debate programático presidencial, de cara a las primarias, donde despunta como eje de discusión el avance de la candidatura de Jadue (del PC), con un programa aggiornado y edulcorado por los viejos personajes díscolos de la concerta, cuyo eje es el intervencionismo estatal.
La mayor presencia del Estado vía una futura candidatura presidencial, o por medio de cambios constitucionales, pone en alerta a la burguesía rentística parasitaria, esa sub-burguesía que parasita tanto al capital imperialista como al aparato de Estado allí donde puede, bregando por mantener sus regalías en todos los órdenes de la vida pública, salud, educación, aguas, concesiones, subcontratación, etc, etc.
Esta demonización el avance de la propiedad estatal en algunas actividades, tiene como contrapartida los sectores de una pequeña burguesía en crisis, que intenta desarrollarse ora por medio de afianzarse en cargos y puestos estatales cómo en actividades productivas diversas para desde allí disputar un regateo a la explotación imperialista mediante mayores impuestos y la conquista de nuevos nichos de negocios. "Sean cuales sean los programas de los gobiernos, el estatismo consiste inevitablemente en hacer pesar sobre los más débiles las cargas del sistema podrido" [La revolución traicionada, León Trotsky]. Bien lo saben los capitalistas los que ante cada aumento impositivo o de salarios, bregarán por retornarse su alícuota de la explotación ora por aumentos de la desocupación, ora por aumentos inflacionarios. El triste papel en esta comedia lo jugarán aquellos sectores que desde la izquierda revolucionaria se disponen hacer seguidismo al apoyar estos proyectos estatistas burgueses.
Parlamentando
Como telón de fondo tenemos a la convención constitucional, que se desarrollará como una telenovela de la democracia pequeñoburguesa semicolonial, donde se expondrán los dramas sociales, sin que la evolución de sus caracteres pueda darle una solución estructural.
El ala radical de la convención nucleada en la llamada "vocería de los pueblos" ha levantado una serie de puntos como condición para el inicio de las sesiones. Entre los más importantes expresan la libertad de los presos políticos, fin a la impunidad de los crímenes de la dictadura, la desmilitarización de la Araucanía, el cuestionamiento al régimen de dos tercios o la limitación a no tocar los tratados internacionales. De esta forma convocan, con la fuerza de sus "asambleas virtuales", a la movilización para presionar a la convención a que tome el papel del "soberano" pretendiendo transformar la convención constitucional en una asamblea constituyente.
Para la constituyente María Rivera (MIT-LITCI) –integrante de la vocería- el llamado a luchar por la soberanía de la convención, se trata de que tome el poder efectivo, nacionalizando recursos, destituyendo al congreso y al presidente, expropiando a las 10 familias más ricas, etc. El MIT se deshace en argumentaciones jurídicas para explicar el rol de la constituyente para elaborar una “Ley Suprema” que no puede estar sujeta a ninguna otra ley o institución, para lo cual se le exige que asuma el poder. De esta forma al no ver que “la ley” no es el reflejo de una pretendida voluntad general, sino la cristalización de las relaciones materiales de producción, que en el capitalismo no se expresan de otra forma que en la dominación de clases sostenida por el aparato burocrático-militar estatal, reproducen la ilusión del poder burgués al embellecer la cobertura democrática de la dictadura del capital. Por otro lado, si de lo que se trata, es de querer cambiar el carácter de clase a un organismo transitorio de la democracia burguesa semicolonial, como la convención, en una pretendida disputa de poder (¿o doble poder?), sus esfuerzos no estarán dirigidos a fortalecer la organización y la conciencia de la clase obrera para su intervención independiente y revolucionaria, sino a intentar llevarla a la rastra de las disputas o contubernios superestructurales para una reforma al Estado…burgués. De este modo se presenta en general el centrismo con fórmulas de corte estatistas: expropiar a la burguesía, no para liberar a las fuerzas productivas del parasitismo de la propiedad privada capitalista y el corset del Estado, sino para redistribuir la renta nacional; o “controlar”(!) a las FFAA y carabineros por “organizaciones populares” y no luchar por su disolución preparando la insurrección consciente, etc.
Luchemos por una salida obrera a la crisis
La clase trabajadora viene dando importantes luchas como los trabajadores de los hospitales y los centros de salud ante el colapso de los sistemas sanitarios. También se suceden las negociaciones colectivas en la minería que ha llevado a distintas acciones, de huelga o medidas de presión, ante la intransigencia de las multimillonarias patronales estatales (Codelco) o imperialistas (BHP). También luchas como la huelga del sindicato Cosmoplas, pueden utilizar la solidaridad manifestada por trabajadores y organizaciones sindicales para ser puntos referencia para la organización obrera tomando acciones conjuntas para su triunfo.
Es vital que los trabajadores y la juventud desplieguen las energías necesarias para fortalecer y unificar a la clase obrera impulsando la lucha por levantar un Congreso de delegados de base que discuta un programa de salida a la crisis. Es prioritario pelear por imponer el control obrero sobre ramas productivas ya que los trabajadores deben controlarlo todo. Parte de esta lucha se inscribe la necesidad de arrancar a los presos políticos de las cárceles y hacer justicia por los asesinatos, mutilaciones, torturas y todo tipo de vejaciones cometidas por el Estado y sus agentes, ayer y hoy. Enfrentar la trampa constituyente y sus ilusiones pequeñoburguesas de reformas liberales son parte de este desafío de luchar por la independencia política efectiva de nuestra clase en el camino de la conquista de un gobierno obrero.
Este sábado 26 de junio a las 17.30 hs. realizaremos una charla debate sobre el conflicto Israel - Palestina por zoom. Para poder participar deberá completar un formulario y le será enviado el link y el ID de acceso correspondiente.
Para completar el formulario, por favor haga click en el siguiente link:
https://forms.gle/rTbMteMnB4ppNVWT9
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Aproximamo-nos dos 500 mil mortos pela covid-19 no Brasil, número alavancado neste ano pela disseminação das novas cepas do vírus, pelo colapso dos sistemas de saúde e pelo aprofundamento da crise econômica aliados às políticas catastróficas de controle sanitário dos governos federal, estaduais e municipais. Diante da previsão de especialistas da chegada de uma terceira onda da pandemia, a vacinação segue a passos lentos com pausas por falta de estoque, e a sensação para os trabalhadores é a de que o Brasil nunca saiu da primeira onda. Até o final de abril, o Brasil concentrava 12,6% das mortes por covid-19 e 9,7% dos infectados no mundo, tendo apenas 2,7% da população mundial.
O desemprego atinge 14 milhões de trabalhadores, além de 6 milhões de desalentados e 7 milhões de subocupados, somando 27 milhões de pessoas sem renda ou com renda parcial. O CadÚnico, cadastro do governo para acesso a algum tipo de auxílio, registra 14,5 milhões de famílias vivendo em extrema pobreza, isto é, famílias cuja renda per capita é inferior a R$89 mensais (menos do que o valor de um botijão de gás). Esse número, com certeza, é bem maior pois não considera os que estão à margem do sistema CadÚnico. Segundo o Dieese, entre o primeiro trimestre de 2020 e o de 2021, os desligamentos por mortes entre trabalhadores CLT cresceram 71,6% ultrapassando 20 mil mortes só em 2021.
Como já denunciamos desde o início da pandemia, a intervenção do estado burguês na produção e circulação de mercadorias sob a política do isolamento social e, ainda mais na sua versão semicolonial, não serviu para salvar a vida dos trabalhadores, mas foi aplicada para salvar o capital diante da possibilidade de um grande colapso social e econômico. Entre a incapacidade de intervenção do estado semicolonial brasileiro na economia e a política negacionista do governo Bolsonaro, o Brasil obteve um dos piores desempenhos mundiais de resposta à pandemia, não sendo capaz de evitar nem o aumento massivo de contaminação e mortes e nem o aprofundamento da crise econômica. Mundialmente, o Brasil tem o maior número de mortes proporcionais do que 89,3% dos países analisados pela OMS e a maior queda no “nível de ocupação” (empregos) do que 84,1% dos países analisados pela OIT. O Brasil é o exemplo de que no capitalismo - ainda mais semicolonial - a dicotomia "economia x vidas” propagada pelos estados em resposta à pandemia é falsa. Nossas vidas continuam a ser consumidas, seja pelo vírus ou pela fome, para que a burguesia mantenha seus lucros.
O desenvolvimento da pandemia e o aprofundamento das crises econômica e social também intensificam a crise política. O acirramento das disputas entre as frações da burguesia se expressa na condução da pandemia e disponibilização de insumos e vacinas entre governadores dos estados e o governo federal, nas intervenções do STF nas ações do governo e mais recentemente, na CPI sobre a pandemia conduzida pelo Senado para apurar a responsabilidade do governo federal na catástrofe sanitária vivida no país. A CPI tem conseguido desgastar o governo Bolsonaro expondo as omissões e atuações negligentes em relação à condução da pandemia e à aquisição de vacinas, fortalecendo a tese de que o governo é responsável direto pela morte de quase meio milhão de pessoas. Contudo, o que se encena ali está longe de mudar a situação dos trabalhadores e população pobre do país. É uma medida da correlação de forças entre os representantes da burguesia para o cenário eleitoral do próximo ano.
Fica cada vez mais claro que a mudança na orientação do imperialismo com a posse de Biden debilitou o governo Bolsonaro, que tinha em Trump um alinhamento político. Mas, o imperialismo “não luta por princípios políticos, mas por mercados, colônias, matérias-primas, pela hegemonia sobre o mundo e sobre suas riquezas”. Dessa forma, o desgaste de Bolsonaro só aumenta. O ministro do meio ambiente, Ricardo Salles, um dos principais alicerces do governo pela sua influência no agronegócio, foi alvo de uma operação de busca e apreensão da Polícia Federal que investiga o tráfico ilegal de madeira para os EUA. A investigação foi iniciada pelo Sistema de Pesca e Vida Selvagem (FWS) no estado norte americano da Geórgia e informado à Polícia Federal pela Embaixada estadunidense.
As Forças Armadas, outro pilar do governo Bolsonaro, também demonstram um certo desgaste nessa relação com o governo, que por sua vez, aprofunda sua crise interna. Além de Bolsonaro, em suas declarações públicas, continuar utilizando as Forças Armadas como defensora de seus interesses políticos, o aprofundamento da crise pandêmica colocou em xeque a administração do Ministério da Saúde, nas mãos do general Eduardo Pazuello entre maio de 2020 até março de 2021, período que abarcou o colapso do sistema de saúde em Manaus, a recusa do governo em comprar vacinas e a política do “tratamento precoce”, todos investigados pela CPI. Pazuello, um dia após depor na CPI, participou de um ato no Rio de Janeiro ao lado de Bolsonaro, ambos sem máscaras e promovendo aglomeração. Sendo um militar da ativa, Pazuello foi notificado sobre a abertura de um procedimento disciplinar pelo comandante do Exército, que analisa a possibilidade de passá-lo à reserva.
Esse desgaste do governo Bolsonaro também aumenta a pressão por parte da burguesia na concretização da “agenda positiva” do governo, ou seja, de reformas que ampliem a credibilidade do governo, principalmente da agenda econômica de Guedes, no mercado. Enquanto o Senado se ocupa da CPI, a Câmara Federal se ocupa da aprovação da Reforma Administrativa, já aprovada essa semana na Comissão de Constituição e Justiça. A reforma é um brutal ataque aos serviços e servidores públicos, deixando de fora juízes, parlamentares, militares e servidores do Ministério Público, e prevê, dentre outras coisas, o fim da estabilidade para os novos servidores e extinção das promoções e benefícios, ou seja, da própria carreira. Outra reforma que está sendo discutida é a reforma tributária, que visa “modernizar” o sistema tributário, ou seja, aumentar a carga tributária para os trabalhadores via consumo e aliviar a mesma carga para os empresários. Para a sua aprovação, Guedes e os presidentes da Câmara e do Senado, Lira e Pacheco, decidiram por “fatiar” a reforma, dividindo a tarefa entre as duas casas, pois já aprenderam que uma reforma tributária é capaz de incendiar um país, mesmo em plena pandemia.
As direções políticas e sindicais, há mais de um ano em “lockdown”, enquanto a classe operária está sofrendo os efeitos das crises sanitária e econômica, vislumbra na atual conjuntura a possibilidade de superar o governo Bolsonaro com uma grande política de conciliação encabeçada pela candidatura de Lula para presidente em 2022. Assim, o “Fora Bolsonaro” que durante todo o ano passado foi uma “hashtag”, agora passa a ser a mola propulsora da campanha de Lula. Para essas direções, em sua maioria composta pelo PT, o impeachment já não é uma boa estratégia, pois a catástrofe do governo Bolsonaro só aumenta as intenções de voto em Lula nas pesquisas. Assim, após mais de um ano, tomar as ruas passa a ser uma ação defendida, apesar da pandemia. O presidente do PSOL, Juliano Medeiros e Guilherme Boulos, candidato à prefeitura de SP em 2020, saem à mídia para dizer que “é hora de ir pra rua”, deixando confusos seus militantes que até ontem chamavam de “negacionistas” as organizações, como a nossa, que defendem desde o início da pandemia, a necessidade da luta nas ruas, a abertura dos sindicatos e a realização de assembleias presenciais.
O dia 29 de maio, chamado como um dia de mobilizações e luta contra o governo Bolsonaro, se dá nesse contexto. Sem paralisação dos postos de trabalho e nem assembleias de base, a intenção é pressionar por uma saída eleitoral, com Lula como candidato de frente ampla contra Bolsonaro. Tão ampla que cabe, inclusive, setores da burguesia, os quais Lula serviu muito bem por muitos anos. Não podemos permitir que os nossos mortos, nossos desempregados, nossos famintos sejam utilizados de palanque eleitoral para 2022.
A superação da crise econômica, do desemprego e da crise sanitária que assola o país não virá pelo estado burguês, nem agora, nem em 2022, seja qual for o governo de plantão, pois o Estado é o instrumento de dominação da burguesia sobre os trabalhadores. Às políticas estatais de controle da pandemia, de reformas que ampliam os ataques aos trabalhadores, de repressão à juventude negra e periférica, devemos contrapor a nossa resistência de classe. É urgente que retomemos a unidade de luta nas ruas, impondo com os nossos métodos, a defesa das nossas vidas.
Precisamos construir em cada sindicato, através de assembleias de base, a resistência ao genocídio em curso e impulsionar as centrais para a convocação de uma greve geral, nos organizando para a construção um plano de lutas independente que responda ao desemprego massivo e à crise sanitária. Devemos impor a escala móvel de horas e salários, o controle operário da produção dos setores essenciais, especialmente das vacinas, bem como a sua distribuição. É necessário impor uma saída operária à crise, desenvolvendo as tarefas transitórias de um programa revolucionário. Saída que não se limita às fronteiras nacionais, mas que exige unidade e fortalecimento dos processos de luta em curso na América Latina.
El pasado 15 y 16 de mayo se realizaron las elecciones a constituyentes, gobernadores, alcaldes y concejales comunales. A diferencia del plebiscito del 25 de Octubre del 2020, donde ganó la opción de realizar una Convención Constitucional 100% electa, la participación fue más baja[1] (además de un 7,74% de votos nulos y blancos a la convención) asemejándose a las anteriores elecciones municipales. Los medios de comunicación burgueses y la militancia populista y reformista en redes sociales llamaban insistentemente a votar, unos ante lo que consideraban una potencial falta de legitimación del acto "constituyente" como cierre y desvío del proceso abierto del 18-O, otros ante la posibilidad de que una baja participación le diera al bloque de la derecha oficialista una "sobrerrepresentación" llegando al ⅓ necesario para obtener el poder de veto.
Para sorpresa de la propia coalición oficialista, que iba en un bloque único junto a la ultraderecha de “Republicanos”, consiguieron un total de 37 constituyentes dejándolos muy por debajo del tercio de los 155 escaños[2]. También la vieja y disminuida Concertación obtuvo sólo 25 constituyentes (15 del PS) siendo superado por la coalición “Apruebo Dignidad” del PC y el FA con 28. Esta última coalición, en particular el FA, que en la víspera se encontraba cruzado por su desorientación característica y crisis interna, fue sorpresa también en los resultados municipales y de gobernadores. Así, alcaldías como Santiago fue obtenida por el PC, además de quedar en manos del FA comunas de importancia como Ñuñoa, Maipú, Valparaíso o Viña del Mar.
La gran novedad fue la elección de 48 (mal llamados) “independientes” entre los que destaca la Lista del Pueblo eligiendo a 27 constituyentes, que conformados como lista se beneficiaron por el sistema D’Hondt, cuyo programa no pasa de ser un conjunto de lugares comunes como la denuncia general al "neoliberalismo" en la búsqueda de un "equilibrio" entre un "Estado de derechos" que pretende limitar al "mercado". Reúnen en su interior a distintos referentes de organizaciones y activistas sociales, autodenominados ciudadanos o populares. Su composición refleja en buena medida el carácter heterogéneo de los distintos sectores que salieron el 18 de octubre en adelante y que en su mayoría representan a las capas bajas de la pequeña burguesía.
También dentro de los escaños reservados a los pueblos originarios ingresaron referentes de la causa mapuche como Francisca Linconao Natividad Llanquilleo.
Los resultados de estas elecciones profundizan la crisis del régimen bipartidista o duopolio de la "transición democrática". Algo que puede constatarse en la crisis casi terminal del otrora partido bisagra, la DC, qué aceleró su proceso de descomposición.
Tanto el alto grado de abstención como los resultados de estas elecciones son el fiel reflejo por un lado de la crisis en la cual se encuentran los semi Estados por la profundidad del proceso de descomposición del capitalismo imperialista, así como los realineamientos de las distintas fracciones de clase. Algo que puede verse de forma patente en la situación que atraviesa actualmente Colombia donde la lucha de la clase trabajadora y el pueblo enfrenta el mismo proceso de descomposición y crisis de gobiernos bonapartistas qué, recostados en el capital imperialista, imponen la dominación mediante el aparato policiaco-militar.
Esta crisis, que a la vez manifiesta la separación abrupta de las masas con ese aparato estatal, ante la profunda debilidad del gobierno de Piñera, lleva a distintos sectores a plantear salidas por la vía de desarrollar las contradicciones entre el congreso y la convención. Al punto tal de plantear supuestas "disputas de poder" entre un "poder constituido" y un "poder constituyente" o, en sus versiones más audaces, la existencia de un doble poder al interior del aparato de Estado.
Las "variopintas" tendencias al interior de la convención, así cómo el bloque PC-FA, plantean que es el momento de desarrollar una democracia popular, ciudadana o participativa. Pretenderán utilizar las posiciones conquistadas en municipios para practicar fórmulas de participación popular en la democracia para ricos.
De conjunto se fortalecen las tendencias políticas estatistas, sin que se gesten aún programas de nacionalizaciones burguesas, pese al alarmismo inicial con que reacciona la bolsa de comercio o las calificadoras de riesgo norteamericanas. También fenómenos políticos transitorios similares al Podemos español o al desaparecido Syriza griego, hoy ambos desaparecidos o en decadencia.
La izquierda trotskista (como el MIT-LITCI y el PTR-FT), intervinieron de conjunto con un programa de corte democrático y con el norte de impulsar una "verdadera" asamblea constituyente. En el caso del MIT, participando en la lista del pueblo, consiguieron colocar a María Rivera como constituyente quién planteó como objetivo de intervención, la libertad a los presos, "romper el pacto por la paz" y las limitaciones de la convención tales como el requisito de los ⅔ y el no cuestionamiento a los tratados internacionales. Al igual que otros sectores de la izquierda revolucionaria pretenden convertir la CC en una AC, e incluso algunos expresan que los "independientes" desarrollen la independencia de clase (?!) al interior de la convención.
De seguro las disputas internas de la convención llevarán más de una vez a plantear los límites de la discusión toda vez que lo que está en juego para la burguesía es una reforma al aparato de Estado. Del mismo modo la inevitable polarización política llevará a las tensiones propias de un año electoral en el que se define el sucesor de Piñera así como el nuevo parlamento.
Lo que sustenta al poder de la burguesía y a su aparato de estado, no es la mecánica electoral o la reconfiguración de las instituciones. Es el control que ejerce sobre los medios de producción, que manteniendo y profundizando la explotación de los trabajadores en medio de la crisis y la pandemia, expropia la riqueza creada por la clase trabajadora.
Los cantos de sirena de un "momento refundacional" o de un nuevo ciclo de la democracia, se verán acicateados por los avatares de la lucha de clases cuya forma es nacional pero su contenido es internacional.
Se vuelve más necesario que nunca la intervención independiente de la clase trabajadora, el fortalecimiento y recuperación de los sindicatos para luchar por una salida obrera a la crisis, enfrentando al conjunto del aparato de Estado burgués, luchando por expropiar a los expropiadores.
Hay que impulsar un congreso obrero de delegados de base que levante un programa para luchar contra el capitalismo y hacerlo temblar desde sus cimientos. Sólo la lucha por la conquista del poder de la clase trabajadora abrirá perspectivas superadoras de un sistema en descomposición.
[1] 43,35% Participación Nacional, destacándose en baja participación comunas de importancia como Santiago con 35%, o en poblaciones pobres como la Pintana con 36%, así como en regiones con un 36 % en la Araucanía o en la capital de Antofagasta. Destacándose por otro lado una alta participación en las comunas donde reside la burguesía y la alta pequeño burguesía, sin que en su condición de minoría afecte el resultado de conjunto.
[2] Cabe mencionar que el mecanismo de paridad de género favoreció a 12 hombres por sobre candidatas con mayor votación.
Todo el apoyo a la lucha palestina
Los bombardeos sionistas sobre la Franja de Gaza lanzados por Netanyahu y las IDF (Fuerzas de Defensa Israelíes) el martes 11 y miércoles 12 de mayo son el más reciente acto de una escalada en la ofensiva sionista por despojar definitivamente a los palestinos de su derecho a autodeterminación nacional. Para el imperialismo e Israel, lo sorprendente fue la capacidad de Hamas de responder a las provocaciones con sendos ataques sobre Jerusalem y Tel Aviv, cosa que hace años no sucedía. El lanzamiento de cohetes cuya capacidad ofensiva es ínfima comparada con el poder de fuego de la fuerza aérea israelí, lejos de lo que pinta la propaganda sionista, es simplemente una respuesta a la nueva ofensiva colonialista del sionismo.
Causas inmediatas
Los elementos de la coyuntura que encendieron los enfrentamientos están relacionados a una serie de provocaciones montadas por la entidad israelí y por movimientos de la ultraderecha sionista. El día lunes 10/5, la corte suprema de Israel debía fallar en un juicio de desalojo de habitantes palestinos de los barrios de Sheikh Jarrah y Silwan, en Jerusalén Oriental. Finalmente la corte no emitió su fallo ese día, pero ese hecho hizo girar en torno a sí la metáfora del despojo de un pueblo de su territorio, sorpredentemente incitando a movilizaciones de festejo ya que todos los 10 de mayo el sionismo “celebra” su ocupación de Jerusalén Oriental en la llamada guerra de los 6 días de 1967. Este año, la movilización fue organizada por la ultraderecha, y pretendía pasar de forma intimidatoria no sólo por los barrios palestinos de la ciudad, sino también ultrajar los templos religiosos musulmanes. Las fuerzas de seguridad del sionismo, por su parte, ejercían presión sobre la población palestina restringiendo la posibilidad de reunión en torno a los templos, especialmente la Mezquita de Al-Aqsa, con el argumento de las medidas sanitarias anti-COVID. Por supuesto, mientras declaman que la población israelí ya alcanzó la inmunidad de rebaño gracias a la vacunación masiva sostenida por los sionistas y el imperialismo, podemos preguntarnos… ¿cuántos palestinos habrán recibido la vacuna? Otra metáfora más de este sistema podrido. Sin embargo, las provocaciones no quedaron sin respuesta: los palestinos enfrentaron a las fuerzas de seguridad en la ciudad vieja de Jerusalén, la marcha ultraderechista tuvo que ser desviada por las autoridades, y frente a la represión de las manifestaciones palestinas, los grupos armados Hamas y Yihad Islámica iniciaron el ataque con cohetes sobre Jerusalén, el que continuó al día siguiente sobre la capital económica, la “inexpugnable” Tel Aviv, poniendo a prueba el escudo anti-proyectiles “cúpula de hierro” israelí.
A partir del lanzamiento de los cohetes, las IDF avanzaron y recrudecieron sus bombardeos sobre la Franja de Gaza, registrándose también enfrentamientos en Cisjordania (margen occidental del río Jordán) y, otra novedad, choques dentro de la propia Israel en ciudades con población árabe numerosa como Lod. Con el correr del tiempo, las manifestaciones en apoyo a los palestinos se han expandido a otras ciudades del mundo árabe, como Amman (Jordania) y Beirut (Líbano), e incluso a Londres, Chicago y otras ciudades europeas y de EEUU. Al momento de escribir esta nota, continúan los bombardeos israelíes y el lanzamiento de cohetes por el lado palestino, con un saldo de al menos 65 palestinos, entre ellos 14 niños, y 7 israelíes muertos (El País, 12/5) y cientos de heridos.
Para completar el cuadro, también hay que tener en cuenta sendas crisis políticas que atraviesan tanto a Israel como a la AP. Israel viene de 4 elecciones fallidas, que no han logrado hasta el momento el establecimiento de una mayoría de gobierno en su sistema parlamentario, aunque han registrado el corrimiento hacia la derecha y extrema derecha de las posibles coaliciones, presionando al gobierno a una línea dura, cada vez más propensa a completar la limpieza étnica. En tanto, Abás del movimiento Fatá, actual presidente “virtual” de una AP sin control territorial, decidió posponer las elecciones de la AP, lo que desató una crisis con Hamas, que controla la Franja de Gaza y según los cálculos estaría en posición ganar esas elecciones.
Guerra en territorio palestino
Es necesario recordar que antes de la ocupación sionista, comenzada antes de la creación de Israel, el territorio donde hoy se asienta el enclave sionista y los territorios palestinos semi-ocupados era la Palestina histórica. Luego de la partición, como literalmente fue denominada por la ONU, Israel no sólo desalojó a los habitantes palestinos que poblaban su “mitad”, sino que se ha dedicado a anexionar el resto del territorio. En la guerra de 1967, invadió Jerusalén Oriental, la Franja de Gaza y Cisjordania, junto con los Altos del Golán (Siria) y el Sinaí (Egipto). Luego de los diferentes acuerdos de paz, de Camp David a Oslo, el proyecto del imperialismo yanqui fue intentar negociar un statu quo creando una fantasmagórica Autoridad Palestina (AP) para regir, bajo tutela de Israel, lo que sería un futuro Estado Palestino en los primeros 3 territorios. Hay que notar que la Franja de Gaza, por una lado, y Cisjordania y Jerusalén Oriental, por el otro, no tienen continuidad territorial alguna: el territorio Israelí los separa. Este fraude de plan, que adquirió más tarde el nombre de hoja de ruta, ni siquiera se llevó adelante, con el ala dura del sionismo avanzando en la colonización de Cisjordania y Jerusalén Oriental a través del movimiento de los colonos y el establecimiento de puestos de control. Hoy, 220.000 colonos sionistas han establecido residencia en la “parte palestina” de Jerusalén, reclamando el derecho a “retornar” a las tierras previas a la partición, derecho que niegan a los palestinos no sólo de los territorios semi-ocupados, sino de los campos de refugiados de los países árabes y que emigraron al resto del mundo.
Bajo el gobierno de Donald Trump, Netanyahu e Israel lograron un avance importante que fue el reconocimiento de Jerusalén como capital indivisible, estableciendo EEUU su embajada en la ciudad. Esto cambió el estatus y mostró un vuelco aún más abierto del imperialismo a favor del sionismo y bloqueó cualquier intento de negociar algún tipo de acuerdo de una paz. Esta línea fue seguida por varios países árabes, como Marruecos y varios estados del Golfo Pérsico, y también tuvo un apoyo importante en la dictadura del general Al-Sisi en Egipto, que selló la frontera occidental a la Franja de Gaza, único territorio palestino donde las fuerzas de seguridad israelíes no tienen control, aunque se trata de una verdadera cárcel a cielo abierto asediada por los aviones sionistas, que hoy descargan sus bombas sobre la población.
Hoy, existe una gran incógnita en relación al plan de Joe Biden para la región. Si bien discursivamente se ha mostrado proclive a un mayor balance para intentar retomar las negociaciones, el actual conflicto es una prueba de fuego para probar su capacidad de disciplinar al ala extrema sionista y a la vez intentar liquidar a través de negociaciones las aspiraciones de liberación nacional palestinas bajo la tutela imperialista permanente de la AP o cualquier otro artefacto que sirva a esos fines. El resquebrajamiento de las instituciones de posguerra, que de hecho crearon a Israel (ONU), es el problema estructural que enfrenta para dar cualquier salida al problema.
Por la derrota de Israel
El proletariado de todo el mundo y su vanguardia debe tener claro que no se trata de un enfrentamiento “de siglos” (el sionismo comenzó a colonizar Palestina a principios del Siglo XX e Israel fue creado en 1948) entre dos pueblos sino de una lucha entre una nación oprimida y el establecimiento de un enclave imperialista en el corazón de Medio Oriente para controlar sus intereses estratégicos y el petroleo. El sionismo es una ideología y un movimiento reaccionarios, que postularon una salida para el pueblo judío, perseguido durante siglos, basada en la colonización de un territorio habitado por otro pueblo y para defender los intereses del imperialismo. Por eso, decimos que Israel ni siquiera es un Estado burgués propiamente dicho, sino un engendro imperialista creado en el momento de su mayor descomposición. Los revolucionarios y la vanguardia de la clase obrera debemos intervenir en este conflicto del lado de los palestinos, con acciones que afecten al imperialismo y su maquinaria militar en la producción, como el paro en las industrias imperialistas y el bloqueo de los transportes destinados o provenientes de Israel. Debemos sostener todas las movilizaciones por el fin de los bombardeos israelíes, por el fin del bloqueo de Gaza y por la retirada de los controles y colonias de Jerusalén y Cisjordania. Los trabajadores de los países de la región, en primer lugar sus batallones centrales de la rama petrolera, tienen la llave para avanzar en la expulsión del imperialismo de Siria, Irak, Libia y, por supuesto, Palestina, luchando contra los gobiernos burgueses árabes que son cómplices y socios del imperialismo. Tienen un gran aliado en, y deben buscar el apoyo de, el movimiento obrero de Europa y EEUU, que sufren los ataques del imperialismo para descargar su crisis y los costos de la pandemia.
¡Por la destrucción del Estado de Israel!
¡Por una Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente y el Magreb!
Publicado el 13/05/2021 por COR Argentina
Na semana passada, no dia 06 de maio, uma operação realizada pela Polícia Civil, com 200 policiais, na favela do Jacarezinho, deixou 28 vítimas, assassinadas pela polícia. A operação, ainda que proibida pelo STF durante a pandemia, transformou a favela em um verdadeiro cenário de caça: casas foram invadidas, celulares aprendidos, pessoas torturadas, helicóptero sobrevoando e tiros, inclusive na estação de trem em pleno horário de ida ao trabalho. Segundo a polícia, a operação estava “planejada” há 10 meses e tinha como objetivo cumprir 21 mandados de prisão, resultantes de uma investigação sobre “aliciamento de menores” ao tráfico. O alvo da operação era o Comando Vermelho, facção que domina o território, disputado pelas milícias.
A presença da polícia ou das Forças Armadas nas favelas do Rio de Janeiro é constante e vem de longa data, inclusive pelas políticas de “pacificação” pelas UPP’s de Sérgio Cabral (PMDB) e de incursão das Forças Armadas no governo Dilma por diversos momentos, em especial, para garantir a realização da Copa do Mundo sem grandes “problemas”. Hoje, o domínio de maior parte das favelas do RJ está nas mãos das milícias, que atuam sob a proteção dos governos estadual e federal. Não é coincidência que o presidente Bolsonaro tenha se reunido com o atual governador, Claudio Castro (PSC), um dia antes da operação que resultou na maior chacina da história do RJ.
A violência policial, longe de ser expressão de manifestações isoladas, é parte do modus operandi das forças de segurança do estado semicolonial brasileiro. O papel da polícia e das Forças Armadas é fundamental nos bonapartismos sui generis, forma especial de poder estatal presente nas semicolônias, no controle social da classe trabalhadora e na manutenção da exploração mais perversa pela burguesia. Lembremos da “Minustah” que serviu para a formação das Forças Armadas brasileiras para atuação de guerra nas favelas cariocas e cujos militares da linha de frente na ocupação foram convidados a ocupar ministérios no governo Bolsonaro e os exemplos recentes na Colômbia, Chile, Equador, entre tantos outros. Até hoje, a prática institucional das forças de segurança carrega o formato delineado na ditatura militar. Um exemplo é o “auto de resistência”, instrumento do Estado para legitimar o extermínio dos considerados “inimigos”, criado em 1969 e vigente até hoje. Outros exemplos de chacinas e massacres são abundantes e não se restringem à polícia carioca: não esqueçamos dos 111 mortos no massacre do Carandiru, em 1992 ou da recente chacina em Paraisópolis, na qual 9 jovens foram assassinados em um baile funk.
A pandemia acentuou as tendências abertas pela crise econômica e potencializou os efeitos da desigualdade social com o desemprego massivo e reduções dos salários. A intervenção estatal no fluxo de mercadorias, incluindo a mão de obra, como tentativa de controle da pandemia e preservação de seu aparato, se concretizou também pelo seu braço armado contra os trabalhadores e população pobre. Só no primeiro semestre de 2020, o aumento do número de assassinatos pela polícia foi de 7%, com as medidas de restrição impostas. Na região metropolitana de São Paulo, só entre os meses de janeiro e maio de 2020, o aumento foi de 70%, com o maior número de assassinatos por policiais registrado desde o início da série histórica em 1996: 498 mortos. No mesmo período, foram registradas 58 ocorrências de violência policial denunciadas, incluindo tortura, sufocamentos e joelhadas no pescoço. No Rio de Janeiro, apesar da proibição do STF de operações nas favelas durante a pandemia, o aplicativo “Fogo Cruzado” (iniciativa popular de monitoramento dos tiroteios para proteção das comunidades) registrou 614 tiroteios com a presença da polícia, na região metropolitana, nos primeiros quatro meses de 2021. A média é de 5 tiroteios por dia. Já são 51 vítimas de “balas perdidas”, com 15 mortos apenas nesse ano. Em 2020, nos primeiros três meses da pandemia, foram 120 operações policiais, deixando 69 mortos. Muitos desses mortos são apenas crianças, com a impressionante média de duas crianças e adolescentes assassinados pela polícia por dia no país. Nos últimos 3 anos, foram 2.215 vidas interrompidas pelas forças de repressão do Estado.
Outro elemento que atravessa o desenvolvimento dos estados capitalistas semicoloniais, como o Brasil, é o racismo estrutural que influencia diretamente na atuação das forças repressivas, já que o estado burguês é incapaz de oferecer condições de superação das contradições sociais e econômicas impostas pela exploração do trabalho escravo como fundamento do desenvolvimento capitalista nas semicolônias. Em 2018, o Estado brasileiro assassinou, pelas mãos das polícias, 6.220 pessoas, com RJ e SP tendo as polícias que mais mataram respectivamente. Desses, 75% eram negros e periféricos. A população negra e periférica vive diariamente a violência policial nos “enquadros” constantes, humilhações verbais, surras e, inclusive, pela anulação de sua identidade. Mesmo depois de mortos, os assassinados pelas polícias recebem o rótulo de “bandidos”. O sistema prisional, expressão da política de encarceramento massivo da população pobre, também revela seu caráter racista da violência policial com uma média de 3 presos torturados por dia, 72% negros.
O genocídio imposto pelo estado brasileiro, seja pelas mãos das forças repressivas, pela fome como o resultado mais cruel do desemprego, ou pelo descontrole da pandemia tem um caráter de classe. É a eliminação da classe trabalhadora, cuja expressão maior da exploração e precarização é a população negra e periférica. As medidas estatais de controle da pandemia não serviram para salvar as vidas dos trabalhadores, mas para evitar o colapso dos sistemas de saúde, atacar a classe trabalhadora, reduzindo direitos e salários e rebaixando o valor da força de trabalho com as demissões massivas (atualmente, desemprego atinge 14,4% da população sem contar a sub ocupação e o número de desalentados). Aqui no Brasil, o governo Bolsonaro agiu intencionalmente para buscar a “imunidade de rebanho” ao custo da vida de centenas de milhares de pessoas, surgimento de novas cepas e média diária de mortes acima dos dois mil.
A luta contra a violência policial e o racismo estrutural não pode ocorrer através do sistema social que os engendra. Não é pela via de outras instituições do mesmo estado burguês que se dará o controle “humanizado” da polícia e o fim da desigualdade econômica e racial. Estão claros os exemplos como a determinação judicial do STF, que se comprovou ineficaz em manter suspensas as operações policiais nas favelas, ou a tentativa de se combater as milícias cariocas via parlamento, o que resultou na execução da vereadora e militante do PSOL, Marielle Franco. É preciso, portanto, rechaçar as saídas reformistas e eleitoreiras, que não atacam a raiz do problema, e levantar a organização da autodefesa dos trabalhadores nos sindicatos e nos bairros periféricos, bem como expulsar sindicatos policiais das nossas centrais sindicais. “O operário que se torna policial a serviço do estado capitalista é um policial burguês, e não um operário.” (Trotsky, 1932) Não há possibilidade conciliação da classe trabalhadora com o aparelho repressivo do estado burguês, ainda que alguns de seus representantes se coloquem como “progressistas”, como fez o PSOL ao lançar candidatura de um policial à vice prefeitura do RJ.
É urgente também que retomemos a unidade de luta nas ruas, impondo com os nossos métodos, a defesa das nossas vidas. Pela construção da greve geral que nos organize a lutar pela implementação da escala móvel de horas e salários para enfrentar o desemprego e o controle operário sobre a produção e a distribuição das vacinas. Toda a nossa luta, dentro do desenvolvimento histórico da relação entre capital e trabalho deve convergir na destruição do estado burguês e todas as suas instituições (incluindo seu aparato repressivo); na transição programática entre o sistema de dominação da burguesia e a ditadura revolucionária do proletariado, como forma de dominação da classe trabalhadora.