Crisis en Níger, evidencia de descomposición avanzada

Viernes, 18 Agosto 2023 10:27

Fuera el imperialismo de África

El 26 de julio pasado, militares al mando del general Abdourahmane Tiani tomaron el poder en Níger, ex colonia francesa de la región del Sahel, franja semidesértica al sur del Sahara. El desplazado presidente Mohamed Bazoum permanece detenido en su domicilio, y es considerado un aliado del imperialismo en la región. Pesa sobre el gobierno militar golpista una amenaza de intervención militar de la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental), que no cumplió su primer ultimatum pero que se reunirá nuevamente esta semana (17 y 18 de agosto) para calibrar sus acciones. Por su parte, los militares que gobiernan Mali y Burkina Faso salieron a respaldar a los golpistas de Níger, mientras Chad y la Unión Africana se pronunciaron en contra de acciones armadas.

Níger ya se encuentra bajo bloqueo de Francia y sus aliados regionales. EEUU, según las propias palabras de sus funcionarios, se debate entre sostener los “principios democráticos” (que usa como mera propaganda en su enfrentamiento con China y Rusia), actuando contra el golpe, y sus intereses geoestratégicos, negociando con los militares para poder mantener sus bases en el país, establecidas para la lucha contra el terrorismo y la intervención sobre Libia. En Níger hay estacionadas 1.500 tropas francesas en la capital Niamey y EEUU tiene unos mil militares en diferentes regiones del país.

Las intervenciones en África son una marca de nacimiento del imperialismo como fase superior y descompuesta del capitalismo. La situación actual se caracteriza por la descomposición de los Estados artificiales que pretendieron establecer durante la posguerra como formaciones políticas formalmente independientes que sin embargo se mantuvieron atadas por fuertes lazos económicos y militares a sus viejas metrópolis, como es el caso de Niger que aún hoy utiliza el Franco como moneda. El imperialismo sólo ha ofrecido miseria, destrucción económica y hambrunas a África, a cambio de saquear su fuerza de trabajo (esclavizada) y sus recursos, sobre todo minerales, pero también hidrocarburíferos y agrícola-ganaderos. Níger es uno de los países menos industrializados y más pobres del mundo y, como contracara, es uno de los principales proveedores del uranio que utilizan las centrales nucleares francesas. La actual crisis se sucede luego de sendos golpes de estado impusieran cambios de régimen en otros países del Sahel, Mali y Burkina Faso, donde militares con discursos nacionalistas terminaron expulsando a los destacamentos franceses. Es claro que estos regímenes son una versión degrada de las corrientes del nacionalismo burgués de la posguerra, que ya mostró su fracaso, no sólo en África sino también en Asia y América Latina. El contenido de su política es negociar un mejor lugar en el mercado mundial ante el evidente debilitamiento del imperialismo francés, golpeado en su economía y por la lucha de clases en su propio territorio. Por eso el nuevo gobierno militar de Níger se apresura en constituir un gabinete civil para dialogar con otros países imperialistas a través de Chad y recibiendo a funcionarios norteamericanos. Y coquetea con una alianza prorrusa que incluya a otros países de la región, que ya comienza a gestarse desde Moscú y a partir de las varias intervenciones del grupo Wagner en la región. Esta crisis es parte de la situación mundial abierta por la crisis de 2008, la pandemia y la actual guerra entre Ucrania y Rusia. La situación de Ucrania y su gobierno que actúa como agente de los intereses de la OTAN también es un espejo en el cual se miran varios países de la CEDEAO, que no ven con buenos ojos ir a una guerra larga, desgastante y de resultado incierto. Por eso, los canales diplomáticos están abiertos, aunque tampoco se puede descontar el enfrentamiento militar.

Los revolucionarios de la TRCI nos pronunciamos en contra de cualquier guerra fratricida entre Níger y sus vecinos, y por la derrota de cualquier agresión militar imperialista contra los pueblos coloniales y semicoloniales. También advertimos que ningún gobierno nacionalista plantea una salida antiimperialista a los pueblos oprimidos del continente. Es la clase obrera a partir de sus organizaciones de clase, como los sindicatos mineros que muestran su potencia en Sudáfrica, la que debe erigirse como caudillo en la lucha contra los viejos y nuevos amos extranjeros. Para eso, debe imponer su programa y un gobierno obrero, derribando a dictadores y demócratas socios de tal o cual facción del imperialismo. Planteando la unidad internacionalista de la clase obrera, sobre todo con el proletariado de Francia y Estados Unidos, por el retiro de las tropas imperialistas de Níger y de toda África. Llamamos a las fuerzas revolucionarias que luchan por la dictadura del proletariado a poner en pie una Conferencia Internacional para discutir cómo enfrentar la descomposición imperialista que arrastra de forma cada vez más acelerada a nuestra clase y al conjunto de la humanidad a la barbarie.

 

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