
TRCI-web
Sra. Cobranza
El escándalo de corrupción por las coimas de Karina Milei y sus aliados Menem, sumado al descalabro económico de CosiToto, ha colocado al gobierno al borde del helicóptero. Esto ha mostrado la podredumbre de un régimen político, con carpetazos de la SIDE y acusaciones de conspiraciones de rusos, venezolanos y vaya a saber quién más. Expresa la derrota de una burguesía lumpen aliada al imperialismo que no logra estabilizar al semi Estado con un elenco dirigente que le garantice sus negocios. La burguesía parásita y sus aliados pequeñoburgueses en el gobierno son conscientes de que se están hundiendo, pero en el camino le dicen a los trabajadores y el pueblo: “soy consciente de mi debilidad, pero si yo me hundo me los llevo puesto también a ustedes”. Ese es el discurso desesperado de una clase en peligro, que está dispuesta a todo.
En este marco se inscriben las elecciones de medio término, que no pueden solucionar nada ante el nivel de crisis, pero intentarán configurar nuevas coaliciones políticas, vía la “liga de gobernadores” para darle alguna sustentabilidad para que el gobierno llegue al 2027. Un sector del arco político seguirá apostando a contener vía el parlamento las reivindicaciones inmediatas de las masas, por ejemplo, con las leyes para los discapacitados, las jubilaciones, la salud y las universidades, intentado legalizar el descontento para que no se salga de los marcos del régimen. Ese es el plan de los que van a defender al Estado y sus instituciones y van a intentar que esta crisis política, económica y social tenga una salida reaccionaria y no revolucionaria. Los que estuvimos desde el primer día en la calle contra Milei fuimos nosotros, no los K ni los Kicillof ni menos la burocracia sindical pero ahora ellos quieren volver como los salvadores, cuando fueron los cómplices.
Es tarea de los revolucionarios intervenir en este escenario, postulándonos como dirección revolucionaria con un programa transicional de salida a la crisis. Tenemos que impulsar asambleas en los lugares de trabajo con la moción de imponer un paro general activo en el camino a una huelga general que prepare las condiciones para echar a Milei y por un gobierno obrero. Tenemos que romper la envoltura democrática que nos impone el capitalismo y sus instituciones, ya que detrás de esa envoltura se esconden la dictadura del capital y sus leyes. Sólo debemos confiar en nuestras propias fuerzas y en nuestros métodos de lucha y de esa manera nos vamos a ganar a la mayoría de la población en la necesidad de la conquista del poder. Abramos este debate en la necesidad de construir un partido revolucionario y la reconstrucción de la IV internacional.
Por el desprocesamiento de Vanina Biasi
Desde la COR nos solidarizamos con la dirigente del Partido Obrero, Vanina Biasi, procesada por denunciar en redes sociales el genocidio contra el pueblo palestino. La causa fue iniciada por el fiscal Stonelli junto a la DAIA y la periodista Romina Mangel en 2023, el proceso confirmado por el juez Rafecas y recientemente se confirmó el procesamiento en la sala 1 de la Cámara Criminal y Correccional Federal. El pretexto con el cual se persigue a Biasi es “violar la ley antidiscriminatoria 23.592” que persigue a quienes aliente “persecución u odio contra una persona o grupos de personas a causa de su raza, religión, nacionalidad o ideas políticas”. Increíble contrasentido al que llegan los mecanismos de represión del Estado para defender un genocidio basado en los intereses del imperialismo yanki y sus aliados sionistas en Medio Oriente. Una vez más, la burguesía empuña a las instituciones que supuestamente igualan a todos ante la ley para perseguir a luchadores, demostrando que la justicia abstracta que pregonan es la injusticia del orden social de la clase dominante.
Además, resulta de gran importancia para el imperialismo y el sionismo reprimir toda expresión de solidaridad con el pueblo Palestino ya que está atravesando un momento de enorme debilidad y el cuestionamiento a su política se extiende a todo el mundo, con importantes expresiones de solidaridad obrera mediante bloqueos de buques enviados al enclave.
A pesar de la represión, en Argentina, en conjunto con el proletariado mundial, hemos tomado la causa palestina como una instancia de lucha contra el imperialismo en todo el mundo. El proletariado de Medio Oriente y del Magreb debe enfrentar a sus gobiernos y expulsar al imperialismo de la región y destruir el enclave de Israel y así frenar el genocidio en Gaza, formando una Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente y el Magreb como forma estatal de la dictadura del proletariado internacional. El proletariado de los países imperialistas debe derrotar a sus gobiernos y frenar la guerra. El proletariado ruso y ucraniano debe luchar en conjunto para derrotar el proceso de asimilación de los ex Estados obreros y transformar esa guerra en una guerra de autodefensa revolucionaria. El proletariado chino debe entrar en escena contra el proceso de asimilación y unirse a las luchas obreras de todo el mundo. En definitiva, debemos buscar la intervención de los batallones obreros en todos los países, de forma independiente, para que, con los métodos y la organización de la clase, logremos parar la masacre de una nueva guerra mundial, a la que nos quieren llevar.
Periódico El Nuevo Curso #40
Aos 87 anos da fundação da Quarta Internacional
Em 3 de setembro de 1938, com delegados de grande parte do mundo, a Quarta Internacional foi fundada. Os organizadores tiveram que superar as manobras stalinistas para impedi-la a todo custo. Um dos organizadores, Rudolf Klement, foi encontrado morto no Rio Sena pouco antes da Conferência, e muitos documentos importantes foram perdidos. A GPU também assassinou Erwin Wolf e Leon Sedov, filho de Trotsky, dois outros dirigentes proeminentes da organização. Trotsky não pôde participar porque estava exilado no México.
A criação desta nova Internacional ocorreu em um contexto em que o mundo caminhava para a Segunda Guerra Mundial, após diversas derrotas em processos revolucionários como os da Espanha e da Alemanha, nos quais o stalinismo se mostrou uma direção contrarrevolucionária. A tarefa era recuperar a continuidade teórica e política do marxismo revolucionário, tão abalada naquela época.
A Quarta Internacional tentou formar uma nova direção revolucionária com o Programa de Transição, que foi a expressão das conclusões da Revolução Russa generalizadas para toda uma etapa. Propôs as tarefas históricas do proletariado para destruir o sistema capitalista. Essa continuidade programática com a Terceira Internacional, antes de sua stalinização, demonstra a superioridade teórica e política do trotskismo no enfrentamento do sistema capitalista, na preparação para a revolução e em sua subsequente transição. Nenhuma outra corrente pode demonstrar esse objetivo às novas gerações.
Os Trotskistas diante das tarefas atuais
Nós, revolucionários, nos encontramos diante de processos históricos inéditos e sem precedentes, como a guerra aberta entre a Rússia e a Ucrânia, o genocídio em Gaza pelo enclave imperialista de Israel, crises econômicas e políticas e a ascensão de tendências bélicas em várias partes do mundo. Esse cenário global reflete a ruptura do equilíbrio instável que se desenvolveu no pós-guerra, um processo de decomposição do imperialismo e um processo de assimilação dos ex-Estados operários. Essa ruptura do equilíbrio acelerará fenômenos que estavam contidos no período anterior. Com isso, queremos dizer que no período anterior, o imperialismo foi incapaz de responder à crise econômica de 2008, não pode assimilar os ex-Estados operários e a pandemia terminou por detonar qualquer possibilidade de fortalecer esse equilíbrio do pós-guerra.
Nesse contexto, a direção do imperialismo estadunidense mostrou sinais de maior decadência e acelerou os preparativos para recuperar sua posição mundial com a receita já conhecida: o uso do aparato econômico e militar. A política belicista do imperialismo encontra-se em crise histórica. Busca reconfigurar um novo cenário diante do avanço da China como concorrente e precisa buscar um novo pacto com aliados e antigos inimigos para retomar sua hegemonia imperialista. É evidente que isso não pode ser alcançado pacificamente e que o aventureirismo prevalece.
Nós, revolucionários, nos apoiamos nas ferramentas teóricas e políticas herdadas do marxismo para propor uma saída para a crise que a humanidade enfrenta. A teoria de Marx e Engels, a teoria da revolução permanente, a teoria do imperialismo, a teoria do partido revolucionário, o programa das Internacionais em sua fase revolucionária, o programa de transição e tantas lições programáticas extraídas de processos vivos da luta de classes.
Aos oitenta e sete anos de sua formação, as tarefas históricas propostas pela Quarta Internacional permanecem intactas, mas a crise de direção revolucionária persiste, atrasando a revolução mundial e permitindo uma sobrevida ao sistema capitalista apodrecido. Devemos recuperar o programa de transição como guia de ação no contexto revolucionário, combatendo as visões centristas que, sob a influência de tendências estatistas, sindicalistas e reformistas, se adaptaram ao sistema capitalista e se degeneraram.
Reconstruir a Quarta Internacional significa buscar resolver a crise de direção revolucionária e preparar-se para a luta pelo poder, implementando a ação revolucionária diante de uma crise mundial que segue em curso. Como TRQI, continuamos a defender a necessidade de uma Conferência Internacional com as correntes que ainda defendem a ditadura do proletariado para avançar na tarefa de oferecer uma direção revolucionária aos processos de luta de classes em curso.
Aos oitenta e sete anos da fundação da Quarta Internacional, reivindicamos sua definição programática feita por Trotsky. A Quarta Internacional pode ser definida em três palavras: Pela ditadura do proletariado!
Venezuela. Trump sonda seu “quintal”
O governo dos EUA enviou pelo menos cinco navios militares, um submarino nuclear e um bombardeiro, juntamente com aproximadamente 4.000 fuzileiros navais, para águas caribenhas perto da costa venezuelana. Apesar do tráfico de drogas estar concentrado no Pacífico, o governo Trump, por meio do Secretário de Estado Marco Rubio, acusou Maduro de ser o chefe do chamado "Cartel dos Sóis", justificando esse envio militar.
A oposição pró-imperialista venezuelana, liderada por María Corina Machado, faz lobby junto ao governo Trump para que ele promova a queda do regime e inicie uma "transição" que os colocaria à frente do no Palácio de Miraflores. Diante dessa demonstração militarista, lançaram campanhas internacionais de apoio à ação militar, conquistando o apoio de governos como Argentina e Equador, enquanto os governos do México e da Colômbia criticaram a ameaça de guerra.
O governo Maduro cerrou fileiras, entrincheirando suas tropas militares e convocando o alistamento de 4,5 milhões de milicianos para enfrentar uma possível invasão.
Este desdobramento militar dos EUA é uma continuação da política de imposição de tarifas com a qual busca resolver a crise de hegemonia ianque, como continuidade dos questionamentos sobre a ausência de disciplinamento em seu "quintal", aumentando a pressão sobre os diversos governos bonapartistas sui generis, estreitando as margens de negociação das sub-burguesias latino-americanas, ao mesmo tempo em que busca reduzir a influência comercial, especialmente a da China, e o controle dos recursos tanto da China quanto do imperialismo europeu.
A mobilização desse número de fuzileiros navais não seria suficiente para empreender uma invasão terrestre, que seria a primeira na América do Sul, com dificuldades muito maiores do que as vivenciadas no passado em diferentes contextos históricos na América Central (Panamá 1989, Guatemala 1954, Nicarágua 1912, etc.).
As intervenções militares ianques na América do Sul foram realizadas pelas próprias Forças Armadas ou por frações da oficialidade local, com as quais planejavam golpes ou processos contrarrevolucionários como o Plano Condor no Cone Sul, na década de 1970.
O objetivo imediato, tanto da oposição quanto do governo Trump, é subjugar as Forças Armadas venezuelanas, enfraquecer qualquer apoio regional e acelerar a ruptura de parte dele, conseguindo uma mudança de regime pela força. Há também rumores de que setores dentro do Pentágono poderiam estar planejando um atentado a bomba ou assassinato (com ou sem intervenção militar limitada) contra a liderança chavista, semelhante aos recentemente perpetrados por Israel contra líderes militares, políticos e científicos iranianos. Este último cenário é duvidoso — e de desfecho incerto — e poderia acelerar as crises dos semi-Estados na região, que são em parte sustentadas pela fachada de democracias burguesas decadentes.
Ao mesmo tempo, Trump, posando como um negociador sob pressão, acordoucom o regime de Maduro há pouco mais de um mês em libertar venezuelanos deportados sem acusação ou julgamento das prisões de El Salvador e em reativar as licenças de produção da Chevron. Este é um objetivo fundamental do imperialismo americano e seus planos para manter a inflação sob controle, o que suas próprias políticas poderiam provocar, com abundantes suprimentos de petróleo e controle de rotas comerciais como o Canal do Panamá.
Embora a participação no alistamento da milícia venezuelana tenha sido massiva, está longe do apoio popular que Chávez obteve em 2002, que frustrou a tentativa de golpe de uma facção militar. A mesma decadência deste governo bonapartista, que buscou recorrer às massas para barganhar com o imperialismo, devido às ações corruptas do aparato burocrático militar, está severamente pressionada. Por outro lado, uma invasão terrestre estaria longe do tipo de louvor popular com bandeirinhas norte-americanas que um segmento significativo dos líderes da diáspora venezuelana almeja.
Embora a economia venezuelana tenha tido uma recuperação econômica modesta (em comparação com a crise de 2018-19), ela se baseou principalmente na entrada de dólares do mercado negro e na reativação da atividade petrolífera, sempre vinculada aos ditames da economia ianque, apesar do crescimento dos interesses e negócios com as protoburguesias russa e chinesa. Os níveis de pobreza, a queda dos salários, o aumento da inflação e o alto custo de vida e a recuperação de alguns setores, ainda que com salários pífios, apontam para a continuação da crise que a população atravessa.
Diante da agressão e ofensiva imperialista ianque, nós, revolucionários, devemos nos opor fervorosamente com a força de nossa classe, sem que isso signifique qualquer disciplina ao chavismo e à fração burguesa que ele representa. Devemos preparar a classe trabalhadora da região para resistir e derrotar qualquer tentativa ofensiva ou militar, bem como lutar pela expulsão do imperialismo, confrontando os governos da região que garantem seu domínio. Diante de uma tentativa militar, devemos recorrer à resistência armada, à formação de milícias operárias e à ocupação de todas as fábricas e centros de produção, impondo o controle operário sobre o petróleo e outros recursos.
A unidade da classe trabalhadora latino-americana será fundamental, assim como a ligação com a classe trabalhadora norte-americana que enfrenta as políticas de Trump, para boicotar a máquina de guerra e desafiar a burguesia pelo poder, no caminho para estabelecer governos operários e impor o poder dos trabalhadores por meio de uma federação de repúblicas socialistas nas Américas.
Aos 85 anos do assassinato de Trotsky, é imperativo concluir as tarefas que nos deixou apontadas
Em seus últimos anos, o grande revolucionário Leon Trotsky trabalhou para lançar as bases de uma nova Internacional para a revolução socialista mundial, a IV Internacional, em seu enfrentamento à contrarrevolução de Stalin e a decadência da III Internacional. Ocupado nessa tarefa, foi encontrado, em 20 de agosto de 1940, pelo agente do stalinismo que lhe desferiu o golpe fatal. No entanto, a história não é obra de indivíduos isolados, sejam heróis ou vilões, e por isso a luta de classes — ou seja, a luta pela revolução socialista mundial — não foi detida, e a tarefa que ele deixou inacabada permaneceu como ponto de partida para as gerações subsequentes de revolucionários.
Desde então, a incipiente IV Internacional teve que enfrentar enormes dificuldades, submetida às enormes pressões de uma situação mundial pós-guerra altamente inédita e contraditória, após a eclosão da Revolução Russa e do Estado Operário; eventos que mudaram o curso da história para sempre. O processo de adaptação às instituições da democracia burguesa e às concepções oportunistas de muitas correntes que se reivindicam trotskistas internacionalmente tornou-se um obstáculo à perspectiva revolucionária.
Há 85 anos do desaparecimento físico de nosso principal dirigente, a crise do sistema capitalista se aprofunda cada vez mais. É tarefa dos revolucionários do século XXI recuperar o método que Trotsky nos legou e, a partir da sistematização de sua experiência revolucionária, continuar a luta pelo comunismo, combatendo nossos inimigos de classe. Nosso desafio hoje se apresenta com enorme clareza: resolver a crise histórica da humanidade, que é a crise da direção revolucionária do proletariado.
Pela refundação da IV Internacional
Em nosso recente Congresso, a TRQI discutiu a necessidade de dar passos concretos nessa direção e buscou aportar a partir da compreensão desta complexa situação de decadência imperialista, marcada por um processo de recessão da economia mundial; a guerra entre Rússia e Ucrânia, dois ex-Estados Operários; o avanço da China na economia mundial, outro ex-Estado Operário, e o desenvolvimento de um genocídio na Palestina. As tendências para uma guerra generalizada tornam-se mais agudas, porém esta guerra não possuirá as características das duas guerras mundiais anteriores. Neste caso, seria uma guerra mundial em uma fase de decomposição imperialista e de pilhagem para definir como se integram os ex-Estados Operários em processo de assimilação. A situação está marcada por uma ruptura do equilíbrio instável, na qual processos de luta de classes mais acirrados certamente se abrirão. Devemos intervir nas fileiras do proletariado com um programa transicional que apresente uma saída revolucionária ao massacre ao qual pretendem nos arrastar o imperialismo e seus aliados.
É fundamental discutir de frente com as tendências que reivindicam a ditadura do proletariado para avançar na reconstrução da IV Internacional. É necessário desenvolver uma minoria revolucionária organizada dentro do movimento operário para levar adiante a tarefa da luta programática pela revolução socialista. Da TRQI, reivindicamos que é a partir do programa da IV Internacional, da sistematização e generalização da experiência da Revolução Russa que Trotsky nos deixou, para seguir desenvolvendo a luta pela revolução mundial na época imperialista.
FRENTE AO TARIFAÇO, BRASIL SEGUE COMO TESTA DE FERRO DO IMPERIALISMO
A relação econômica e política entre os Estados Unidos e o Brasil entrou, em 2025, em uma fase de turbulência sem precedentes, marcada por uma agressiva imposição de tarifas americanas sobre produtos brasileiros. Em 9 de julho de 2025, Donald Trump anunciou a intenção de aplicar tarifas abrangentes de 50% sobre "todos e quaisquer produtos brasileiros" importados para os EUA, com entrada em vigor em 6 de agosto.
Esta medida representa não apenas é uma escalada drástica em relação a tarifas anteriores, mas, um passo concreto no avanço da política econômica dos EUA baseada em um forte protecionismo, para uma recuperação da sua hegemonia na América Latina, sob o argumento de conter toda escalada do discurso da desdolarização das transações comerciais, sobretudo entre os países que integram os BRICS e num momento de ampliação da presença chinesa na região.
A ascensão do bloco BRICS (Brasil, Rússia, Índia, China, África do Sul) é percebida como um problema à hegemonia imperialista liderada pelos EUA. Os BRICs buscam, ao menos em discursos, reformar as instituições financeiras internacionais e construir novas alianças para um “mundo multipolar”. Uma das suas iniciativas centrais é a redução da dependência do dólar e a criação de mecanismos de comércio e crédito em moedas locais, uma “ameaça direta” ao poder do capital dos EUA. A 17ª Cúpula do BRICS (Rio de Janeiro, julho de 2025) reafirmou o compromisso com o multilateralismo e a soberania digital, defendendo uma governança da IA centrada na ONU, com participação do Sul Global. As tarifas dos EUA contra o Brasil podem ser interpretadas, dessa forma, como uma resposta punitiva à tentativa de protagonismo do Brasil nessa agenda dos BRICS.
Contudo, para se compreender os desdobramentos das sobretaxas dos EUA, é fundamental recorrer à Trotsky e a sua análise acerca da forma de dominação que caracteriza as semicolônias Latino-americanas, ou seja, não há como avançar na análise do tarifaço contra o Brasil sem levar em consideração o que Trotsky denominou de Bonapartismo suigeneris, isto é, uma forma especial de poder estatal, ou seja, uma forma particular de dominação dentro das relações interestatais, marcando, na fase imperialista do sistema capitalista, a preponderância do capital estrangeiro nas semicolônias.
O bonapartismo sui generis na América Latina, portanto, expressa uma relação específica entre o imperialismo norte-americano e sua política concreta na região, a relativamente débil burguesia nativa e o relativamente poderoso proletariado e suas organizações. Este método permite compreender desde o começo as particularidades de cada processo e é dessa forma que se delineia o caráter de testa de ferro do imperialismo dos governos no Brasil e a Frente Ampla burguesa não escapa à norma. Justamente por esse caráter, que torna possível ao imperialismo impor as maiores taxas até o presente momento, em relação a qualquer outro país, e avançar no seu disciplinamento na região, inclusive dando a elas um propósito político ao defender Bolsonaro, interferindo diretamente no processo judicial e no debate das próximas eleições. Todavia, numa perspectiva mais ampla a guerra tarifária de Trump expressa-se também como a mola propulsora da aceleração da decomposição imperialista, somando-se às tendências bélicas em curso. Se não se considera esses elementos, envereda-se por perigoso atalho, isto é, localizarmos o debate no campo da uma crise da soberania, logo de uma luta anti-imperialista em defesa do Estado burguês, sem o corte de classe e um programa de defesa dos trabalhadores e é exatamente isso que fazem as correntes reformista e centrista de plantão.
Para justificar o avanço dessa política, Trump reforça o uso de retórica em defesa da “liberdade de expressão” para proteger suas Bigtechs. Os EUA tentam impedir que o Brasil estabeleça marcos regulatórios que seriam uma cunha no poder de controle e de acumulação das gigantes do setor. A administração dos EUA acusa "ataques do Brasil às empresas americanas de mídia social" e decisões do Supremo Tribunal Federal brasileiro que desfavorecem as plataformas norte-americanas, enquadrando-as como minando os "direitos fundamentais de liberdade de expressão". Isso se alinha com uma política mais ampla dos EUA de resistir e proteger os interesses de acumulação de capital no domínio digital. Cabe não esquecer que o próprio Trump é dono de uma dessas empresas, a Truth social. A investigação da Seção 301 do USTR (Escritório do Representante Comercial dos Estados Unidos) contra o Brasil abrange desde tarifas preferenciais injustas e aplicação anticorrupção até a proteção da propriedade intelectual, acesso ao mercado de etanol e desmatamento ilegal, revelando uma profunda politização da política comercial dos EUA, que transcende as preocupações meramente comerciais.
Com a tática da guerra comercial, o governo de Trump, busca reafirmar, portanto, o controle dos EUA sobre sua histórica zona de influência, a América Latina, e pôr um freio nos arroubos da política externa de Lula, para que assim não se desgarre de sua subserviência histórica e caia no colo de Xi Jinping. Isso somado às sanções Magnitsky ao Judiciário brasileiro, centradas na figura do ministro do supremo Alexandre de Moraes, aponta para além da tentativa de proteger os interesses das Bigtechs, erguer as garras sobre outros focos de negociação, ou seja, o forte interesse do imperialismo na segunda maior reserva global de terra raras, e no potencial hídrico e energético para a instalação de mega processadores para o funcionamento e expansão das IAs, elementos centrais na disputa com Pequim.
A política comercial do "American First" de Trump condensa um desvio acentuado de décadas de liberalização do comércio global e acordos multilaterais. O plano arriscado de Trump tenta de forma escancarada enfrentar as crises do equilíbrio instável do capitalismo do pós-guerra, "organizando" essa destruição a partir do peso, econômico e político-militar, do imperialismo norte-americano, todavia em sua fase decadente. Busca reconfigurar os monopólios para seus objetivos imperialistas, uma questão que é complicada pela transnacionalização do capital. Como afirmado por Clausewitz, a guerra é a política por outros meios, e, embora não seja ainda um conflito militar deflagrado, esta "guerra tarifária" indica consequências devastadoras para a classe trabalhadora. A elevação das tarifas em níveis não vistos desde a década de 1930 não é um evento isolado, mas um sintoma do aprofundamento de tendências abertas desde a crise econômica a partir de 2008.
Caracterizada; por uma abordagem protecionista agressiva e unilateral, com a taxa média de tarifas efetivas nos EUA atingindo 18,2%, o nível mais alto em quase um século; a retórica do MAGA prometia uma "pequena perturbação" centrada na recuperação da indústria norte-americana, mas a realidade se mostrou muito mais complexa e disruptiva. Os EUA expressam visivelmente a decomposição mais geral do sistema capitalista e suas formas de dominação, que entraram em crise em 2008 e foram exacerbadas pela pandemia. O imperialismo ianque não pode resolver o declínio hegemônico mundial com seu belicismo e agora política comercial. Os analistas burgueses estão começando a se perguntar com mais insistência se os EUA estão enfrentando as medidas do governo Trump diante de um avanço ou de um retrocesso extraordinário.
A economia dos EUA demonstra sinais claros de desaceleração, com lucros de diversos setores em declínio e o mercado de trabalho deteriorado, com ampla precarização e salários estagnados. O crescimento do PIB real de 3,0% no segundo trimestre de 2025 é considerado enganoso, atribuído principalmente a uma forte queda de 30% nas importações (um artefato estatístico), e não a uma força econômica genuína. Dados mostram uma desaceleração significativa no consumo e um acentuado declínio no investimento no setor privado.
Além disso, o mercado de trabalho dos EUA apresenta atualmente o pior cenário desde a crise pandêmica, com o crescimento de empregos caindo para 73.000 em julho e demissões em alta. O setor produtivo, em particular, perdeu 116.000 empregos no último ano. A inflação permanece persistentemente próxima de 3%, acima da meta do Federal Reserve, e os salários reais estão estagnados, corroendo a condição objetiva de vida dos trabalhadores. Essa combinação de crescimento lento, inflação persistente e um mercado de trabalho enfraquecido aponta para a estagflação. O boom do mercado impulsionado pela IA é visto como insustentável e financiado por empréstimos não regulamentados, adicionando uma camada de risco sistêmico à economia. As tarifas, portanto, são uma política para exportar as contradições internas do capital nos EUA. Esta conjuntura intensifica a luta de classes e as tendências de agudização das disputas interburguesas e das tensões no imperialismo e as semicolônias.
As tarifas sobre as exportações brasileiras entrelaçam, portanto, as contradições internas da dinâmica da economia estadunidense e com a crise política interna no Brasil, especialmente os desdobramentos políticos relativos à tentativa de golpe, uma ação reacionária da pequena burguesia, envolvendo Jair Bolsonaro. As justificativas oficiais para essa ofensiva são variadas, como já dito, mesclando preocupações comerciais com motivações políticas explícitas. O governo ianque alegou uma "relação comercial muito injusta" com o Brasil e a necessidade de "tratamento recíproco". No entanto, essa premissa econômica é diretamente contraditada por dados oficiais e pelo governo Lula: os Estados Unidos têm historicamente e consistentemente mantido um superávit comercial significativo com o Brasil, totalizando cerca de US$ 410 bilhões nos últimos 15 anos em bens e serviços, e US$ 7,4 bilhões apenas em 2024. Essa contradição fundamental sugere que a justificativa econômica é um pretexto mal disfarçado para motivos políticos mais profundos.
Trump vinculou explicitamente a imposição da tarifa ao processo judicial contra seu aliado, o ex-Presidente Jair Bolsonaro; motivado pela atuação direta e em loco de Eduardo Bolsonaro, com trânsito livre entre os setores Trumpistas e o MAGA de Steve Bannon; descrevendo-o como uma "caça às bruxas" e exigindo seu fim imediato. Bannon, ao se reaproximar de Trump, declarou abertamente a condição: "Se você encerrar o processo e retirar as acusações, as tarifas desaparecem". Isso representa um uso exclusivo na dinâmica da Guerra comercial e de sanções comerciais como ferramenta de coerção política direta, sob o pretexto de defender um aliado no exterior.
As projeções econômicas para o Brasil podem ser severas. Economistas estimam que as tarifas de 50% poderiam reduzir o Produto Interno Bruto (PIB) do Brasil entre 0,3% e 0,8% em 2025, com perdas anuais de exportação variando de US$12 bilhões a US$17 bilhões. A Confederação Nacional da Indústria (CNI) estimou uma queda de R$ 52 bilhões nas exportações e a perda de 110.000 empregos no curto prazo, enquanto a Fiemg projeta uma perda de R$ 175 bilhões e a perda de 1,3 milhão de empregos no longo prazo, que pode chegar a quase 2 milhões de vagas, caso o Brasil retalie. Setores estratégicos como aço e alumínio, café e carne bovina (com taxas de 50% confirmadas) serão duramente atingidos. O setor de calçados pode perder 8 mil empregos diretos, e o de pescados enfrenta uma "onda de falências". O setor aeroespacial, com a Embraer, também é altamente vulnerável, com 45% a 70% de suas exportações para os EUA.
A "inviabilidade" de vender para os EUA forçará indústrias dependentes de mão de obra barata ao colapso, intensificando a superexploração do trabalho e empurrando mais trabalhadores para a informalidade e a precarização, resultando em queda dos salários, endividamento e um aumento da pobreza e insegurança alimentar, em meio ao alarido pela retirada do Brasil do mapa da fome. As tarifas, portanto, não são apenas um choque externo, mas um ato deliberado que será utilizado pela burguesia nacional e pelo governo para desmantelar ainda mais direitos e condições objetivas de vida dos trabalhadores.
As tarifas, no entanto, são uma "faca de dois gumes" e nos EUA, os trabalhadores podem esperar custos aumentados para produtos básicos como café, suco de laranja e carne bovina, com aumentos potenciais de 20-30%. Indústrias americanas que dependem de celulose, ferro-gusa e outros insumos brasileiros também enfrentarão escassez e custos mais altos. O Yale Budget Lab (Laboratório de orçamento de Yale) estimou um aumento de 2,1% nos preços ao consumidor no curto prazo, resultando em uma perda média de renda familiar de US$2.800 em 2025. As famílias de baixa renda seriam desproporcionalmente afetadas. Analistas confirmam que são "as empresas e consumidores dos EUA que estão financiando essa fonte de receita" das tarifas, refutando diretamente a afirmação de Trump de que países estrangeiros as pagam.
A resposta do Brasil tem sido uma busca de abertura de diálogo capitaneado por Geraldo Alckmin, que internamente abre conversa com os mais variados setores da burguesia nacional. O governo avança com a preparação para contramedidas, inclusive de socorro, pela manutenção dos lucros, para os setores burgueses afetados. O governo Lula classificou as medidas como "chantagem inaceitável" e "grave ataque à soberania brasileira". O país promulgou e regulamentou a Lei de Reciprocidade Econômica, que permite a suspensão de concessões comerciais, investimentos e obrigações de propriedade intelectual em resposta a medidas unilaterais, o que ainda não se efetivou. Fato é que as negociações seguem estagnadas, mas enquanto a subida de tom se escala em ambos os lados, Trump enuncia um recuo, voltando atrás e zerando as taxas de mais de 700 produtos, aos quais dependem quase que exclusivamente do fornecimento brasileiro, muito em função da pressão de setores da burguesia norte-americana atingidos. O que revela o centro político do tarifaço em relação à economia.
Além disso, o Brasil também recorre à Organização Mundial do Comércio (OMC), argumentando que tarifas arbitrárias violam os princípios centrais da organização e constituem uma "mudança extremamente perigosa para o uso de tarifas como ferramenta para interferir nos assuntos internos de terceiros países". No entanto, o mecanismo de solução de controvérsias da OMC está ineficaz desde 2017 devido ao veto dos EUA à nomeação de juízes para o Órgão de Apelação, essencialmente "blindando os EUA da responsabilização internacional". Esta paralisia não é acidental, mas uma escolha deliberada dos EUA que mina a ordem baseada em regras multilaterais, quando ela não serve aos seus interesses. Evidencia a falência dos órgãos e organismos internacionais da burguesia que sustentaram a ordem econômica edificada pelo próprio imperialismo no pós-guerra.
Esse cenário amplifica a crise política da Frente Ampla burguesa Lula/Alckmin. Efetivamente, são os EUA disciplinando uma semicolônia em seu pátio traseiro, reafirmando a velha doutrina Monroe, sentenciada como extinta por John Kerry, em 2013, quando secretário de estado do governo de Obama. Esse conflito condensa-se com o teatro das eleições, em que o governo brasileiro busca consolidar sua imagem de defensor da soberania nacional, um discurso historicamente caro à esquerda e à sua base eleitoral. Tal situação serviu para politicamente tirar Lula das cordas, desde o início do ano, nos embates com o centrão acumulou derrotas e reveses caros à sua estratégia para um quarto mandato.
Ao classificar a ação como uma "agressão" à soberania e uma "ingerência" sobre os poderes brasileiros, especialmente após a suspensão de vistos de ministros do STF, o governo reforça uma retórica nacionalista. Lula, em pronunciamentos públicos, têm reforçado que "o Brasil tem um único dono: o povo brasileiro", contrastando com o bolsonarismo, que tem atuado em território americano, a favor dos interesses americanos. Essa narrativa agudiza a polarização entre o governo e a oposição, especialmente as alas bolsonaristas, que são vistas como alinhadas a Trump e, portanto, como "traidores da pátria".
Para Lula e o PT, essa crise é uma oportunidade única para reverter a tendência de baixa popularidade. Um embate com uma figura como Trump permite que o governo se posicione como protetor dos empregos e da economia nacional, que objetivamente significa defender setores do agro e indústrias impactadas. Paralelamente, o discurso de soberania é habilmente conectado à proteção de elementos estratégicos como o PIX e às reservas de terras raras, reforçando a ideia de que o Brasil precisa de autonomia tecnológica e econômica. O que cai por terra, pois frente a pressão das várias frações burguesas por negociação, já se considera renunciar aos minerais críticos.
Essa estratégia tem funcionado, com pesquisas indicando uma recuperação na popularidade de Lula, embora a desaprovação de seu governo ainda seja significativa. O fato é que as eleições de 2026 já estão postas e a aposta do Planalto é que a crise se arraste, mantendo o tema de soberania em pauta até as eleições de 2026, solidificando a imagem de Lula como um líder capaz de defender o país de ameaças externas.
Frente a esse momento, mais uma vez as direções políticas e sindicais dos trabalhadores, cumprem o papel de blindagem e da política do governo, adotando o discurso de Lula em nome da “defesa da soberania”. Está mais do que claro que todo movimento é orquestrado visando a disputa eleitoral do ano que vem. Fato é que a Frente Ampla governa para a burguesia e defende seus interesses e não é de agora que o Brasil reza a cartilha do imperialismo. Em última instância, o centro da análise se impõe, e não há como avançar sem corte de classe. Apesar de se apresentar como guardião dos interesses nacionais, o governo trabalha única e exclusivamente para construir saídas às empresas, em sua maioria dirigidas pelo capital de multinacionais, o que concretamente revela o grande teatro que se levanta junto ao tarifaço.
Portanto, ante o cenário recessivo, inflacionário e de aprofundamento das crises decorrente dessa conjuntura, os limites das lutas dos trabalhadores esbarram na crise de direção revolucionária que se acentua na condução das direções reformistas e burocráticas agindo como muro de contenção das lutas políticas contra o capital e seus agentes. A tarefa que apresentam ao conjunto da classe, mais uma vez, é derrotar o bolsonarismo e obviamente nas urnas. Novamente, a realidade expõe o limite da Frente Ampla burguesa Lula/Alckmin, ao pactuar com o agronegócio, com as Federações industriais (Fiesp, Firjan e Fiemg) e o capital financeiro. Na sua relação com o imperialismo, o Brasil seguirá refém de uma ordem global que avança nas tendências bélicas. A pergunta que permanece é até quando o movimento de massa seguirá sem enfrentar essa Frente Ampla.
Diante da política imperialista do tarifaço sobre os bonapartismos sui generis, defender a soberania nacional nos marcos do capitalismo, é defender o Estado burguês e suas formas de dominação. Para além da luta anti-imperialista como retórica centrista vinculada às exigências ao Estado Burguês, é fundamental encampar uma batalha em cada organização de classe com base nas premissas do Internacionalismo. Os trabalhadores norte-americanos devem erguer o enfrentamento ao governo Trump e à sua reação imperialista e sua guerra tarifária, porque isso significará um redesenho da relação capital-trabalho, traduzindo-se em uma maior exploração da força de trabalho.
Em unidade ao proletariado dos EUA, se faz primordial a batalha nos sindicatos por um programa operário, com a realização de assembleias que exijam das centrais sindicais a realização de um congresso de delegados eleitos pela base para a construção de um plano de lutas dos trabalhadores para a construção da Greve Geral, como combater e enfrentar para a crise econômica e contra as políticas de turno sejam imperialistas e nos bonapartismos sui generis. Avançando com independência de classe e com os métodos historicamente experimentados.
Para pôr em ação essa tarefa, é primordial forjarmos uma liderança revolucionária, uma vanguarda da classe trabalhadora. Para tanto, se faz necessário convocarmos uma conferência internacional das correntes trotskistas que ainda defendem a ditadura do proletariado para avançar com as tarefas diante da situação mundial.
Libertad a los Presos por Luchar
Prisión Política en Chile.
Por Carlos Reyes
Desde la existencia de la sociedad de clases, los sectores dominantes han utilizado la prisión como instrumento de escarmiento para quienes transgreden las normas de su ordenamiento legal, el que siempre se ha impuesto a punta de sangre y fuego.
Pero sin duda los opresores se han esforzado mucho más en la coerción cuando la alteración de su orden viene desde los oprimidos y con un contenido político en su contra.
Así ha sido desde la antigüedad, y en la actualidad, en que corren tiempos de descomposición avanzada del imperialismo, es evidentemente mayor.
De esta realidad no escapa nadie quien esté bajo un régimen burgués, que es el que rige o condiciona en todas las naciones del mundo. Sin excepción, aunque sus gobiernos se muestren con ropajes de “izquierda” o que por cuidar sus privilegios discrepen con las potencias mundiales.
Acá en Chile con el regreso de la democracia burguesa, tras el pacto entre la extinta Concertación (padres políticos de quienes gobiernan hoy) y la dictadura genocida de Pinochet, la situación de la prisión política se ha sostenido con mucha fuerza, por más que desde el Estado y sus aparatos se esmeren en ocultarla y darle un carácter exclusivamente “jurídico” a las sanciones.
Desde los 90’ miles de luchadores sociales, desde conflictos sindicales, movilizaciones estudiantiles, espacios políticos en poblaciones y comunidades Mapuches en resistencia, entre otros, se han visto enfrentadas a la justicia patronal chilena. Hostigamientos cotidianos, allanamientos abusivos, juicios eternos, prisiones preventivas extensas y condenas desproporcionadamente largas son la norma en este régimen.
Boric, al igual como hizo el 15 de noviembre del 19’, se esfuerza con su coalición de gobierno por sostener el régimen tal cual como lo impuso “la transición”, es decir, atado a los designios del imperialismo económico, a la (sub) burguesía nacional y a los contextos parlamentarios. Y en esa línea también mantener y reforzar los aparatos represivos contra quienes luchan por fuera de sus márgenes institucionales.
Dentro de ese panorama nacional, la prisión política es una de las armas más letales del (semi) estado burgués chileno que mantiene este instrumento de represión con similar carácter que el de la dictadura.
Mauricio Norambuena, ex combatiente contra Pinochet y quien además venció la prisión política en su fuga junto a sus compañeros desde la cárcel de alta seguridad el año 95´, está recluido con un estricto y absurdo régimen, a pesar de estar en una grave condición de salud. Héctor Llaitul, constantemente encarcelado por combatir desde las comunidades Mapuche en resistencia a las forestales y gobiernos racistas, ha sufrido irregulares juicios y, por lo mismo, ha sido condenado a más de 20 años, al igual que su hijo Pelentaro, joven luchador que arriesga el resto de su vida en prisión.
Y así son cientos de casos en la actualidad y todos merecen de nuestro respeto y solidaridad activa, aunque provengamos de otros espacios políticos de la izquierda revolucionaria, porque si bien podremos tener alejadas tácticas y estrategias ellos son víctimas de nuestro mismo enemigo, el capital y su estado.
Es necesario visualizar aún más su situación y pensar la perspectiva de organizar una movilización general para luchar por su liberación.
Los sindicatos, centros de estudiantes y todos los espacios de lucha contra el capital deben levantar la demanda de la libertad incondicional de todos los presos políticos porque solamente desde ahí y con independencia de clase podremos arrancar a los compañeros y compañeras de las cárceles.
Desprocesamiento de todos formalizados por luchar.
Libertad inmediata e incondicional de todos los presos políticos.
Por una movilización general desde los sindicatos, centros de estudiantes y organizaciones en lucha para conseguir la libertad de todos los presos políticos.
Muerte, subcontratación y negligencia en Codelco
Ni Un Muerto Más. Impongamos nuestras condiciones de seguridad
Durante la jornada de la tarde del jueves en la mina el Teniente de Codelco, en el sector del “proyecto Andesita”, se produjo un colapso producto de un “sismo” de mediana intensidad dejando un trabajador fallecido, varios heridos y 5 trabajadores desaparecidos, encontrando uno de ellos fallecido hasta el momento.
Todos pertenecientes a empresas subcontratistas. Paulo Marín, el trabajador fallecido, pertenecía a Salfa Constructora y el resto a la empresa Gardilic.
Según lo trascendido el “sismo” sería de origen NO natural, producto de actividades de perforación de la minera.
Lo cierto es que Codelco reunió a su directorio suspendiendo el informe de resultados de la cuprífera, donde iba a exponer los “éxitos” del aumento de un 33% del volumen de producción del Teniente, y tuvo que dedicarse a convocar equipos de rescate.
En la última década el Teniente registra 6 muertes obreras, una de las cuales fue de la misma Salfa. En lo que va del año en la minería se cuentan 11 las muertes obreras en distintas faenas.
El 70% de los trabajadores de Codelco se encuentran en condiciones de subcontratación. Esto significa no solo peores salarios, sino condiciones laborales y en particular de seguridad paupérrimas.
Codelco, por medio de sus ejecutivos impone el standart de explotación de la minería, lo que incluye sus programas de reducción de costos y de expansión en momentos en que se intensifica la pelea por recursos a nivel internacional.
Ese mismo directorio con Máximo Pacheco a la cabeza, que hoy sale a rasgarse las vestiduras de poner todos los recursos a disposición, es el que ha presionado por expandir los proyectos mineros y reducir los costos, a costa de la seguridad y finalmente la vida de los trabajadores.
De la misma forma se persigue y se despide a los trabajadores subcontratados que intentan levantar sindicatos o se los deja en la irrelevancia.
Los trabadores subcontratistas de Codelco supieron dar importantes luchas en décadas recientes por mejores condiciones y por el fin de la subcontratación. El pasado 24 de julio conmemoramos el décimo año del asesinato del trabajador Nelson Quichillao por parte de carabineros contra un piquete de huelga, enviado a reprimir por entonces gobierno de Bachelet, asesinato que sigue en la impunidad.
Ante esta negligencia patronal, es necesario colocar todos los recursos disponibles para el rescate con vida de los mineros desaparecidos. También necesitamos levantar una comisión investigadora independiente de la patronal. NO podemos dejar en manos de fiscales del mismo estado y de los directivos que maquillan constantemente las cifras de accidentabilidad la búsqueda de la verdad de los hechos.
Necesitamos elegir delegados inspectores obreros de seguridad en cada faena y lugar de trabajo. Imponer organizaciones sindicales y poner a la cabeza a trabajadores decididos a poner fin a la subcontratación junto a la imposición de las medidas de seguridad necesaria paralizando todas las faenas, imponiendo el control obrero de toda la producción minera.
Codelco es el responsable, el Estado es el responsable, los directivos son los responsables
Teses do III Congresso TRQI
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